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MENSAJE DEL SANTO PADRE PABLO VI
A LOS SACERDOTES ENFERMOS, PEREGRINOS A LOURDES, EN ORACIÓN POR EL CONCILIO

 

A nuestro querido hijo Luis Novarese,
nuestro prelado doméstico,
Centro de Voluntarios del Sufrimiento. Roma.

El fervor laborioso y la dedicación generosa con que, desde hace más de un decenio, el “Centro de Voluntarios del Sufrimiento” promueve la peregrinación de sacerdotes enfermos a Lourdes suscitan en nuestro ánimo viva complacencia por la confianza que albergan en nuevos misericordiosos gestos de la maternal asistencia de María Santísima a los queridos sacerdotes.

Muy gustosos, por tanto, queremos estar espiritualmente presentes en la XII peregrinación, acompañando con oraciones y votos cordiales los días de fraternal convivencia que estos queridos hijos pasarán junto a la gruta de Massabielle, a fin de que del homenaje de oración y devoción tributado a la Reina Celestial, del íntimo ofrecimiento de penas y sufrimientos espirituales y físicos, como de la profunda meditación que les ocupa en el curso de los Santos Ejercicios, obtengan frutos copiosos de santificación para sus almas.

La invitación de Jesús, Sacerdote eterno, Pastor bueno, Fuente de vida, “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y me siga” (Mt 16,24), sea cada vez más, por la constante meditación, por la inconmensurable dignidad del sacerdocio y por las particulares condiciones de enfermedad, impulso y alimento de intensa vida interior.

Los ejemplos de la Pasión del Divino Redentor estén siempre presentes ante ellos como luz y enseñanza, como consuelo en sus dolores, mediante los cuales, aceptados y sufridos con pura conciencia e intención sobrenatural, los sacerdotes enfermos participan preciosamente en completar “lo que falta a la pasión de Cristo... en su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1,24). Conscientes de tal misión salvadora, no dejarán de sentir, renovada y acrecentada, en la tierra bendita de la Inmaculada Madre de Dios, la suave confianza en el patrocinio de la Virgen, a quien las consoladoras palabras de Jesús al apóstol Juan, en la hora suprema del sacrificio sobre el Calvario, señalan y muestran como madre de todos los hombres y, de modo especial, del sacerdote: “He aquí a tu Madre” (Jn 19,27).

Con estos pensamientos edificantes y con nuestro saludo, llenos de paternal afecto, nos es muy grato derramar sobre los participantes en la peregrinación, sobre sus acompañantes eclesiásticos y seglares, sobre cuantos están presentes en sus corazones y en su oración, sobre todos los enfermos que se asocian a ellos en espíritu de fervientes súplicas y de generoso ofrecimiento, sobre los dirigentes y colaboradores del “Centro de Voluntarios del Sufrimiento”, que se prodigan con celo en alivio cristiano de los hermanos enfermos, nuestra propiciadora y confortadora bendición apostólica.

Del Vaticano, 20 de julio de 1963.

PABLO PP.VI

 



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