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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
A UN GRUPO DE AGRICULTORES ESPAÑOLES

Viernes 27 de septiembre de 1963

 

Bienvenidos seáis amadísimos peregrinos de las Diócesis de Lérida y Barbastro, y de otras regiones de Nuestra siempre querida España.

Habéis dejado vuestra patria para ver Roma y venerar sus monumentos, para visitar al Vicario de Cristo y sobre todo para uniros de un modo más visible e intenso a Su oración y a la de toda la Iglesia por el Concilio Ecuménico. Todo esto Nos conmueve y Nos consuela, y por todo también os damos vivas gracias.

Quisiéramos que os llevarais de esta permanencia en Roma la alegría de unos días santos y serenos, y que volvierais con más fervor y piedad en el alma. Muchos de vosotros sois agricultores: gente que trabaja y reza, que mira a la tierra para cultivarla sin apartar el pensamiento del Padre providente del Cielo, el cual viste los lirios, mueve los vientos y manda la lluvia a los campos.

Pensad, agricultores, profesionales y todos vosotros, que contáis con el aliento y la bendición del Papa cuando se trata de conservar vuestras tradiciones y costumbres cristianas en la esperanza de un mejor porvenir económico y social conseguido por el buen camino de la sociología católica.

En un mundo en transformación conserva siempre su significado la fidelidad a los deberes religiosos. Podrá cambiar el estilo de vida y aun la actitud mental de una generación a otra, de una época a otra, pero nunca dejarán de ser ideales que Dios bendice y por los que deben combatir las almas generosas; la pureza que valoriza la juventud, la fidelidad conyugal que hace feliz el hogar, el vencimiento de sí mismo, la caridad y el amor al prójimo, la práctica de la justicia, el ejercicio honesto de la propia profesión.

Llevad a vuestra Patria el saludo cordial del Papa. Para vosotros y para vuestras familias Nuestra más cariñosa y amplia Bendición Apostólica.

 



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