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DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
A LOS PROFESORES Y ALUMNOS DEL
«COLLÈGE DE DÉFENSE» DE LA OTAN*

Sábado 11 de abril de 1964

           

Queridos Señores, Profesores y Alumnos del «Collège de Défense de l’Organisation du Traité de l’Atlantique du Nord».

Un viaje de instrucción os ha traído a Italia y no habéis querido pasar por Roma sin venir a hacernos una visita. Os agradecemos mucho esta deferente atención y de todo corazón os damos la bienvenida a Nuestra morada, en donde vuestros antecesores y tal vez algunos de vosotros habían sido acogidos ya por Nuestros Predecesores.

No es, como sabéis, que el Papa tenga una competencia especial en los campos político, económico y militar en los que se desarrollan vuestras principales actividades. Aun más, por razón del mismo oficio que desempeña, se le impone mantenerse ajeno a ellos, o más bien estar por encima de ellos, manteniéndose siempre en la esfera moral y religiosa que le es propia. Pero si su elevada misión no le permite intervenir en los intereses puramente terrenales, en las rivalidades e ideologías que dividen a los hombres, le impone, en cambio, la muy dulce obligación de acoger a todos como hijos cuando llaman a su puerta, bendecir y calentar todo lo que hay de bueno, de válido y de conforme con los verdaderos intereses del hombre, en los ideales que defienden y en las causas a las que consagran sus fuerzas físicas y morales.

Nos lo hacemos muy de buen grado, por lo que a vosotros se refiere, queridos Señores, felices de reconocer lo serio de vuestros trabajos, la preocupación por la información exacta que os anima, la aplicación que ponéis en el estudio de las estructuras y de los problemas del mundo moderno, principalmente en el funcionamiento de los grandes organismos internacionales de cooperación y de ayuda a los Países en fase de desarrollo. Vosotros mismos veis cuánto todo lo que tiene atenencia con el mejoramiento de la vida del hombre en la tierra, con la defensa de los altos valores de dignidad, de libertad y de progreso. Nos afecta de cerca y Nos interesa; porque Nos vemos en todo ello una aportación no indiferente al advenimiento de esa paz justa y verdadera que está en el corazón de los deseos y de los esfuerzos de la Iglesia, del mismo modo que es la aspiración de todos los hombres de buena voluntad.

Que estos grandes ideales se encuentren siempre presentes en vuestro espíritu, queridos Señores, que un verdadero amor a los hombres, a todos los hombres, guíe siempre vuestros trabajos y vuestras empresas, es el voto que Nos complacemos en formular para vosotros en este día y que Nos os dejamos como recuerdo de esta audiencia, al mismo tiempo que de todo corazón os concedemos, en prenda de las mejores gracias de lo Alto, la Bendición Apostólica que habéis venido a pedirnos.


*ORe (Buenos Aires) año XIV, n°608, p.4.

 



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