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DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
A LOS PARTICIPANTES EN LA X SESIÓN ORDINARIA
DE LA UNIÓN EUROPEA OCCIDENTAL (UEO)
*

Martes 23 de junio de 1964

 

Habéis interrumpido vuestras tareas para venir a visitarnos. Sabed que Nos sentimos profundamente conmovidos ante este gesto deferente y que apreciamos en todo lo que vale.

Nos os acogemos con placer en Nuestra morada y Nos deseamos manifestaros la estima que sentimos por vosotros. Parlamentarios de los siete Países que forman la Unión de la Europa Occidental, celebráis ahora en Roma vuestra sesión ordinaria de este organismo.

Vuestra labor es al mismo tiempo importante y delicada. En efecto, os toca hacer progresar en la concordia y la justicia el lento proceso de maduración de Europa. Y si cada uno de los miembros es sensible a los beneficios que obtiene con esta asociación, conviene igualmente que se disponga generosamente al cumplimiento de los deberes que sobre él pesan como consecuencia de los acuerdos firmados con los demás, ya que sin esa reciprocidad, la Unión no podría durar ni dar sus frutos, que proceden de los intercambios armoniosos y de una feliz complementariedad en el plano europeo.

Esto vale para deciros que Nos comprendemos fácilmente cuán cargado debe estar vuestro orden del día y la importancia que tendrán los efectos de vuestras decisiones. Y así, sin salir del campo que es Nuestro para interferir vuestra competencia y sin tomar posiciones políticas que no convendrían a la función que Nos ejercemos, Nos queremos aprovechar este encuentro de hoy para volver a manifestaros Nuestro aliento. Y Nos os exhortamos de buen grado a continuar una tarea que ciertamente no se halla exenta de dificultades, pero que es una necesidad presente y permite entrever un porvenir mejor para los Países de la Unión.

Además, siguiendo con corazón paternal y benévolo el desarrollo de vuestras tareas, Nos no dejamos de formular ante Dios fervientes votos por el buen éxito de vuestra noble empresa, es decir por una Europa cada vez más unida, más fraternal y consciente de la ayuda recíproca que se deben sus miembros y de los deberes que les corresponden en relación con otros pueblos menos favorecidos por la naturaleza.

Por esto Nos invocamos de todo corazón sobre vuestros trabajos, sobre vuestras personas y sobre Vuestros seres queridos, las más amplias bendiciones divinas.


*ORe (Buenos Aires), año XIV, n°618, p.3.

 



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