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AUDIENCIA DEL PAPA PABLO VI
AL NUEVO EMBAJADOR DE GUATEMALA*


Lunes 25 de octubre de 1965

 

Señor Embajador:

Acabamos de escuchar de labios de Vuestra Excelencia las nobles expresiones con que habéis querido acompañar la entrega de las Cartas Credenciales que os acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Guatemala ante la Santa Sede.

Recibid ante todo Nuestro agradecimiento sincero y cordial por el aprecio que en vuestro saludo habéis significado hacia Nuestra humilde persona y las actividades que en servicio de la Iglesia y de la humanidad Nos ha tocado desenvolver en estos últimos tiempos.

La representación que traéis, Señor Embajador, conduce espontáneamente Nuestro pensamiento a vuestra ilustre Nación, rica en bellezas naturales y en tesoros de arte, reserva de valores espirituales y de tradiciones religiosas.

Vemos con todo interés cómo Guatemala, atenta a sus problemas de orden religioso, se dispone a reforzar la solera sacerdotal con la construcción de un Seminario Mayor en cuyo Comité figuráis Vos, como activo y benemérito Presidente: el Cielo os pague cuanto de generosidad, inteligencia y sacrificio ponéis en esta urgente y magnífica empresa.

No dudamos de que, bajo la guía de los celosos Pastores, con el impulso del Clero nativo en armoniosa colaboración con las ayudas venidas de diócesis extranjeras, la vida católica de la Nación recobrará creciente impulso de la Universidad Católica de Centroamérica a la que la Ciudad de Guatemala ha dado sede con la Sección «Rafael Landívar».

En este momento de particular importancia para la vida nacional de Guatemala, que acaba de recibir una nueva ordenación jurídica, abrigamos en particular la certeza de que cuanto favorezca el libre ejercicio de la misión confiada por Cristo a su Iglesia, y cuanto se haga para defender la santidad del matrimonio y de la institución familiar, así como para promover la instrucción religiosa sobre todo de la juventud estudiosa, redundará en beneficio de la sociedad entera.

Estamos seguros, Señor Embajador, de que con la rica experiencia acumulada en vuestra existencia, con las dotes de inteligencia y de bondad que os distinguen, contribuiréis a mantener y fomentar las felices relaciones que a vuestro País ligan con la Santa Sede: a tal fin encontraréis de Nuestra parte las mejores disposiciones. A ello van dirigidos los cordiales votos que en este momento formulamos, mientras invocamos sobre Vuestra Excelencia y vuestra cristiana familia, sobre el Señor Presidente de la República y su Gobierno, sobre el querido pueblo Guatemalteco los dones divinos de que es prenda Nuestra Bendición Apostólica.                  


*AAS 57 (1965), p.918-919.

Insegnamenti di Paolo VI, vol. III, p.575-576.

L' Osservatore Romano 25-26.10.1965, p.2.

 



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