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DISCURSO DEL SANTO PADRE PABLO VI
AL
EMBAJADOR DE ZAMBIA ANTE LA SANTA SEDE*

Martes 1 de septiembre de 1970

 

Señor Embajador:

Nuestra calurosa bienvenida para usted, al presentarnos las Cartas Credenciales, que le acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Zambia ante la Santa Sede.

Le agradecemos sus delicadas palabras sobre nuestros esfuerzos por la paz del mundo y le aseguramos que esto seguirá siendo nuestro constante desvelo, el de procurar influir en los hombres para que vivan en fraternidad y en caridad cristiana. Cuando hay paz en el corazón, no hay lugar para pensamientos de conquista o de reproches.

Sabiamente, Vuestra Excelencia ha mencionado la frustración como una de las causas de conflictos entre los hombres: debemos tener siempre presente que la frustración nace del desorden y que para evitar este desorden es necesario respetar una correcta jerarquía de valores.

Zambia es un país en vías de desarrollo hacia el bienestar de su pueblo. Como usted sabe bien, este desarrollo debe ser integral, es decir, debe ser un desarrollo de todo el hombre, como individuo y como miembro de la comunidad; debe tener en cuenta y dar satisfacción a todas aquellas exigencias que ha colocado en él el Criador. Un desarrollo limitado a la mejora de las condiciones materiales de vida y que a través del progreso económico y social, no quiere desembocar en la elevación de la mente y del corazón del hombre hacia el Infinito, no puede ser un auténtico desarrollo, sino que lleva peligro de convertirse en un elemento de desorden.

Estamos realmente contentos de las relaciones de cordialidad y de amistad que existen entre esta Sede Apostólica y la República de Zambia. Y es muy consolador el progreso de la Iglesia en su país, atestiguado por la multitud de obras educativas, médicas y caritativas que ella promueve. Estamos también agradecido por la colaboración prestada a la Iglesia para el cumplimiento de su misión y aseguramos que seguirá estando dispuesta a ofrecer de buena gana su contribución para el ulterior progreso espiritual y social de su pueblo.

Confiamos que usted podrá llevar a cabo su intención de fomentar cada vez más las buenas relaciones entre su país y la Santa Sede: y le damos seguridades de que la Santa Sede ofrecerá a Su Excelencia su plena cooperación para este objetivo.

Le rogamos tenga la amabilidad de hacer llegar a su Presidente y al gobierno y pueblo de Zambia nuestro más sentido agradecimiento por sus saludos así como nuestros mejores deseos, que acompañamos con la oración, a favor del progreso, la salud y la prosperidad en la paz. Alimentamos un afecto especial hacia su país de Zambia y rogamos que sea agraciado con abundantes bendiciones del Omnipotente.

A usted personalmente, le ofrecemos nuestros mejores deseos por el feliz cumplimiento de su misión.


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.36, p.8

 



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