DISCURSO DEL PAPA PABLO VI
AL COLEGIO DE DEFENSA DE LA OTAN*

Viernes 31 de enero de 1975

Queridos señores:

Al terminar esta sesión de estudio y antes de marchar a vuestros países, habéis deseado visitarnos, junto con los responsables del curso y con vuestras familias, a las que nos complace saludar. Los trabajos de vuestra sesión, desarrollando los conocimientos técnicos y la dilatada experiencia que requiere vuestro deber profesional, han podido estrechar – esperamos –, los lazos que os unen a todos vosotros: lazos de solidaridad positiva entre misiones convergentes, lazos culturales, lazos de amistad. Así podréis contribuir al progreso de la concordia y la colaboración, que hacen posible superar las dificultades sicológicas, económicas y sociales. Sabéis que la Iglesia católica da mucha importancia a las relaciones humanas que vinculan a las personas y a los pueblos. Incluso ha hecho que sea éste uno de los temas del Año Santo, invitando a todos hombres a un esfuerzo de acercamiento, de reconciliación, de paz, más allá de las tensiones que nuestro mundo no cesa de provocar o de mantener. Para todos vosotros, para vuestras familias, para vuestros compatriotas, imploramos las bendiciones del Señor: la alegría de conocerle cada vez más en la renovación del corazón, la alegría de ver cumplidos vuestros deseos – pensamos especialmente en el porvenir de las generaciones jóvenes –, la gracia de servir en paz. Estos son los votos fervientes que formulamos para todos vosotros, en la oración, pensando que añadirán una nota de consuelo y de esperanza a los numerosos recuerdos que os llevaréis de vuestra estancia aquí. Vuestra presencia aquí esta mañana es motivo de sincera satisfacción para nosotros. Esperamos que el Señor bendiga vuestros esfuerzos encaminados a promover la dignidad y la fraternidad humana. Como vosotros mismos experimentáis la solidaridad de la familia humana, esperamos que seáis agentes y promotores de renovación y reconciliación.