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DISCURSO DE SU SANTIDAD PABLO VI
AL PRIMER EMBAJADOR DE BANGLADESH
ANTE LA SANTA SEDE
*

 Lunes 9 de junio de 1975

 

Señor Embajador:

Nos alegra recibirle como primer Embajador de Bangladesh ante la Santa Sede. Le agradecemos sus amables palabras y deseamos expresarle nuestra sincera estima por los saludos que su. Excelencia el Presidente nos ha enviado en nombre propio y en e! del Gobierno y pueblo de su país. Dígnese comunicar a su Excelencia que le devolvemos los mismos saludos con gratitud y afecto.

Ha hablado usted de nuestra breve visita a su país. Nos alegra poder asegurarle que el recuerdo de esa ocasión sigue vivo en nuestra mente, de la misma manera que las necesidades y le legitimas aspiraciones del querido pueblo de Bangladesh están siempre en nuestras oraciones.

Aunque la Iglesia católica dispone de medios materiales muy limitados, seguirá siempre haciendo todo lo posible por ayudar a los necesitados, independientemente de sus creencias religiosas, y nos alegra escuchar de usted que esa ayuda ha tenido efectos benéficos en su país. Pero para la realización de su misión espiritual la Iglesia dispone de recursos ilimitados.

Así, pues, mientras continuará contribuyendo lo más que pueda al establecimiento de un digno nivel de prosperidad material para todos, procurará siempre y en todas partes promover en todos los pueblos el conocimiento y la estima de las verdades espirituales, así como un amor fuerte e invencible entre todas.

La práctica en Bangladesh de las virtudes morales en una atmósfera de libertad religiosa, a la que usted ha hecho referencia, puede ayudar en gran manera a fortalecer una fraternidad amorosa entre los hombres. Dios, a quien agrada tanto ver que los hermanos habitan juntos en paz, sabrá ciertamente dar su ayuda a un pueblo en el que hombres y mujeres aman a sus prójimos como a sí mismos.

Lo primero que dijimos a los habitantes de Bangladesh en Dacca fue que habíamos ido "como un amigo entre amigos, como un hermano entre hermanos" (27 de noviembre de 1970). Señor Embajador, al asegurarle nuestra continua actitud de comprensión y de oración hacia Bangladesh, sus autoridades y todo su pueblo, lo hacemos con el sincero sentimiento de orgullo por haber sido y seguir siendo un amigo y un hermano de todos vosotros.


*L'Osservatore Romano, edición en lengua española, n.24, p.4.



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