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DISCURSO DEL SANTO PADRE PÍO XII
AL SEÑOR GABRIEL GOSÁLVEZ,
EMBAJADOR DE BOLIVIA ANTE LA SANTA SEDE*


16 de junio de 1939

 

Señor Embajador:

Las palabras pronunciadas por Vuestra Excelencia son expresión elocuente de sentimientos reveladores de una tan profunda piedad y un tan elevado concepto de la misión que le ha sido confiada, que Nos impulsan a manifestar al Excmo. Sr. Presidente de la querida nación Boliviana, lo mismo que a todo su católico pueblo, del que Vos, Sr. Embajador, os habéis hecho intérprete ante el Padre Común de la Cristiandad, Nuestra complacencia por tan acertado nombramiento.

Reflejan, en efecto, estas palabras una devoción tan sincera a las verdades y doctrinas católicas y un tan noble e íntimo reconocimiento de la decisiva importancia de la fe y del sentimiento religioso para la sana formación de los individuos v de las sociedades, y, en primer lugar, del Estado, que no podemos menos de regocijarnos de ver confiados el cuidado y el desarrollo de las relaciones felizmente existentes entre la Santa Sede y la República de Bolivia, a una persona en la que se juntan un elevado ideal religioso con una serena clarividencia de hombre de Estado, profundamente convencido de los beneficiosos efectos que se derivan de la perfecta v leal armonía entre la Iglesia y el Estado.

La hora presente, con la compleja multitud de nuevas y graves obligaciones que trae consigo, impone tales deberes a las energías, al valor y a la decisión de aquellos a quienes están encomendados los destinos de los pueblos, cual rara vez se habían conocido en tiempos más normales. Ningún pueblo, al menos que no quiera verse condenado a permanecer rezagado en el campo material y cultural, puede eximirse de la necesidad de buscar y encontrar una respuesta y una solución a los urgentes problemas de los momentos actuales con sus repercusiones económicas, políticas y sociales. Para el logro de semejantes fines los poderes del Estado se ven constreñidos muchas veces a exigir de todas las clases sociales graves sacrificios en pro del bien común. Pero donde la doctrina de Cristo informa las inteligencias y los corazones, y dirige las acciones de los hombres, allí el concepto del sacrificio y la consciente subordinación del propio interés a las necesidades y a las obligaciones de la comunidad forman parte de aquellas leyes y normas fundamentales a las que ninguna conciencia puede substraerse, mientras la misma autoridad pública respete los sagrados e inviolables límites de la ley divina. Feliz el Estado; feliz el pueblo, cuyos gobernantes están persuadidos de los beneficios que a sus esfuerzos por la prosperidad y el progreso pacífico provienen de la religión, y que, en justa correspondencia, procuran abrir a la acción de la Iglesia de Cristo el camino para arraigar y perfeccionar el sentimiento cristiano en la vida pública y privada.

Por este motivo las elevadas frases de Vuestra Excelencia Nos han causado viva satisfacción, al hacernos conocer cuán profunda sea en el Gobierno y en el pueblo boliviano la conciencia de la indispensable e insustituible función educadora de la Iglesia y cuánto eco hayan encontrado allí la solicitud y los desvelos del Padre Común en favor de la paz. Quiera el Señor acrecentar en todos los pueblos y en todos los hombres de Estado sentimientos de sincero y eficaz amor a la paz, que les inspiren sabias y saludables resoluciones.

Al encargar a Vuestra Excelencia transmita al Excmo. Sr. Presidente de la República Nuestro deseo de que sean cada día más estrechas y cordiales las relaciones entre la Santa Sede y Bolivia, implorarnos del Altísimo toda suerte de dichas y prosperidades sobre la persona del mismo Sr. Presidente y sobre su amado pueblo, a la par que formulamos por el éxito de vuestra misión Nuestros paternales votos, acompañados de las más copiosas bendiciones.


*Discorsi e Radiomessaggi di Sua Santità Pio XII, I,
  Primo anno di Pontificato, 2 marzo 1939 - 1° marzo 1940, pp.189-190
  Tipografia Poliglotta Vaticana.

 



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