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DISCURSO DEL PAPA PÍO XII
AL SR.WILLIAM V.S. TUBMAN,
PRESIDENTE DE LIBERIA*

Domingo 23 de septiembre de 1956

 

Muchos son los lazos, Señor Presidente, que sirven para vincularnos, con afecto y aprecio, a vuestro valeroso y activo pueblo de Liberia. ¿Podemos Nos no ver en la gratísima visita de Vuestra Excelencia a la Sede Apostólica una alentadora señal de que estos sentimientos siguen siendo recíprocos?

Vuestra brillante actuación, Señor Presidente, primero como jurista en la administración de la ley soberana de una joven República, y posteriormente como hombre de Estado tres veces elegido por una industriosa y pacífica nación al más alto de los cargos públicos, habrá fortalecido en el transcurso de los años, no dudamos de ello, la convicción de que las bendiciones de la fe cristiana y la fraternal comprensión entre las razas humanas son la condición indispensable y el más seguro presagio de prosperidad, en la paz interior e internacional.

Familia, Iglesia y Estado, estos poderosos pilares de la humana sociedad v sus varias culturas tanto en vuestra África natal como en toda otra tierra – deben su estabilidad al poder creador y a la sostenedora misericordia divinas. ¡Vos tuvisteis buenas oportunidades de comprobar desde vuestros primeros ensayos políticos en las soleadas playas del Atlántico Sur, la verdad de la amonestación del Maestro de que cualquier otro cimiento no sería más que arena sobre la cual es vano construir! (Mateo 7, 2427). ¡Ojalá pudieran los educadores y alumnos en vuestras florecientes escuelas aprender y guardar en sus corazones esta beneficiosa lección, para el día en que el enemigo de todo lo que es Dios, o de Dios, intente subvertir a la patria que sus antepasados erigieron tan pacientemente, con su auxilio, sobre valores espirituales!.

No es menester reafirmar nuestra seguridad de que, mañana como hoy, nuestros leales hijos e hijas de Liberia, junto con sus devotos misioneros, no quedarán en segundo lugar para hacer uso de su libertad cívica con el fin de servir, y si fuere necesario defender, el interés permanente de su país en la justicia social y en la concordia entre los pueblos. En un mundo espiritualmente mal nutrido, su fe, a la par de su patriotismo, les hará recordar siempre que éstas y las otras virtudes cristianas, cultivadas hasta los más lejanos confines de vuestras lozanas selvas y vuestras ricas minas, deben llegar a ser y quedar vuestro más precioso patrimonio nacional, muy por encima de los productos de la industria y artesanía de Liberia, de los cuales Vos tenéis motivos de ufanaros.

Esta es nuestra plegaria al Dios Todopoderoso, estas nuestras cordiales esperanzas, Señor Presidente, mientras invocamos la divina asistencia para las labores de vuestro alto cargo y la abundancia de las gracias celestiales sobre vuestra familia y los ilustres miembros de vuestro séquito aquí presentes, sobre vuestro Gobierno y sobre vuestro querido pueblo.


*ORe (Buenos Aires), año 5, n°260, p.3.

 



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