Queridos amigos:
Mientras me preparo para visitar Myanmar, quiero enviar unas palabras de saludo y amistad a todo su pueblo. Tengo muchas ganas de encontraros. Voy a proclamar el Evangelio de Jesucristo, un mensaje de reconciliación, de perdón y de paz.
Mi visita está destinada a confirmar a la comunidad católica de Myanmar en su fe en Dios y en su testimonio del Evangelio, que enseña la dignidad de cada hombre y mujer y nos exige que abramos el corazón a los demás, especialmente a los pobres y necesitados.
Al mismo tiempo, deseo visitar la nación con espíritu de respeto y aliento por todos los esfuerzos encaminados a construir armonía y cooperación al servicio del bien común. Vivimos en una época en que los creyentes y los hombres de buena voluntad sienten cada vez más la necesidad de crecer en la comprensión mutua y en el respeto y de apoyarse unos a otros como miembros de la única familia humana.