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OFICINA DE LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS
DEL SUMO PONTÍFICE

VÍA CRUCIS
EN EL COLISEO

PRESIDIDO POR EL SANTO PADRE
JUAN PABLO II

VIERNES SANTO 2002

Ilustrazione tratta da una serie di 18 smalti di Limoges dipinti su piastre di rame conservati nei Musei Vaticani.

PRESENTACIÓN

La comunidad cristiana de Roma, junto con numerosos peregrinos procedentes de todo el mundo, se congrega cada año en torno al Sucesor de Pedro junto al Coliseo, en la tarde del Viernes Santo, conmemoración litúrgica de la Pasión del Señor, para el tradicional y piadoso ejercicio del Vía Crucis.

Millones de fieles participan de este momento de contemplación y oración a través de la televisión. La Urbe y el Orbe se reúnen en cierto sentido en torno al misterio de la pasión y muerte del Señor, cuya representación es seguida a través de lecturas bíblicas, oraciones, comentarios y cantos. El camino de la cruz se desarrolla desde el interior del Coliseo hasta los pies del Palatino.

Las catorce estaciones, como ya ha ocurrido otras veces en estos últimos años, se desgranan según un esquema estrictamente bíblico, con textos escogidos preferentemente del Evangelio de San Marcos.

El Santo Padre invita cada año a personas de varias nacionalidades y de diversas iglesias o comunidades eclesiales a comentar las estaciones del Vía Crucis. La novedad de los comentarios del Vía Crucis 2002 proviene de la multiplicidad de los autores: catorce periodistas y profesionales de la comunicación social, hombres y mujeres, todos laicos, acreditados ante la Sala de Prensa del Santa Sede, de varias naciones, representantes de conocidos periódicos y redes televisivas, atentos a los acontecimientos de la crónica diaria, pero también sensibles al mundo del espíritu, formados en el lenguaje claro y esencial de los “medios de comunicación”, acostumbrados a la transmisión de las noticias cotidianas. Ellos han sabido conectar el misterio de Jesús Nazareno con los hechos de la historia contemporánea: personas y rostros, circunstancias y lugares de nuestro mundo que constituyen también un Vía Crucis cotidiano, donde Cristo vive y sufre todavía en muchos de nuestros hermanos y hermanas: en los pequeños y en los pobres, en los desheredados y en los enfermos, en los presos y en los perseguidos, en los sin techo y sin patria. La meditación de cada una de las estaciones une a menudo el acontecimiento de Jesús de Nazaret con el de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, víctimas de la violencia, de la guerra, de la persecución, del terrorismo.

Se ha confiado a las mujeres periodistas el comentario de las estaciones en que las mujeres –María, la Madre de Jesús, las discípulas que han seguido al Maestro hasta el Calvario, las hijas de Jerusalén– son protagonistas y testigos de varios episodios de la pasión del Señor.

También hoy –lo han expresado bien los comentaristas de este Vía Crucis 2002– en el rostro de Cristo resplandece el rostro de Dios. En su pasión se leen los sufrimientos de la humanidad. En los rostros atormentados de hombres y mujeres de nuestro tiempo se distingue el rostro de Cristo acusado, escarnecido, crucificado. Pero su victoria pascual, su triunfo sobre el mal y sobre la muerte es esperanza para toda la humanidad, promesa y anticipación de un vida nueva.

 

ORACIÓN INICIAL 

 

El Santo Padre:

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

R /.Amén.

Hermanos y hermanas:

ha llegado la penumbra de la tarde,
tarde del Viernes Santo de 2002.
De nuevo la Iglesia de Roma,
se prepara a revivir, en la escucha de la Palabra,
el último tramo de la vida de Cristo:
desde el Huerto de los Olivos a la tumba excavada en el Jardín.

 

* * *

Vía Crucis

Camino de dolor,
que Cristo recorre en obediencia
al proyecto salvador del Padre.
Camino suyo y nuestro:
“Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24).

Vía Crucis

Espacio de la revelación del Amor trinitario:
del Padre que “tanto amó al mundo
que dio a su Hijo único” (Jn 3, 16);
del Hijo, que tanto amó a sus amigos hasta dar la vida por ellos (cf. Jn 15, 13);
del Espíritu de paz, de misericordia y de consuelo.

Vía Crucis

Escuela de vida evangélica,
donde el discípulo, dirigiendo la mirada al Crucifijo,
aprende cómo se ama a Dios sobre todas las cosas
y se entrega la vida por los hermanos;
cómo el perdón vence la ofensa
y al mal se le combate con el bien,
cómo el corazón se abre al amigo
y con la aflicción se alivia la pena.

Vía Crucis

Súplica por la reconciliación y la paz,
para que en Asia, en África, en Medio Oriente,
cesen los graves conflictos actuales,
cese el derramamiento de sangre
y, por la acción del Espíritu,
se quiebre la dureza del corazón
y “los enemigos se abran al diálogo,
los adversarios se estrechen la mano,
y los pueblos se encuentren en la concordia” (Lit. Rom.).

 

* * *

El Santo Padre:

¡Paz a los de cerca y a los de lejos!
Paz a ti, Jerusalén,
¡ciudad amada por el Señor!
Paz a ti, Roma,
ciudad de muchos mártires,
raíz de la civilización cristiana.

 

Oremos.

Breve pausa de silencio.


Padre santo y misericordioso,
concédenos recorrer con fe y amor
el camino de la cruz,
para que participando de la pasión de Cristo,
podamos llegar con Él
a la gloria de tu Reino.

Por Cristo Nuestro Señor.

R /.Amén.


PRIMERA ESTACIÓN

Jesús en el Huerto de los Olivos

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.


Del Evangelio según San Marcos.14, 32-36

Llegaron a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: “Sentaos aquí, mientras yo hago oración”. Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia. Y les dice: “Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad”. Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. Y decía: “¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú”.

 

MEDITACIÓN

 

El huerto plagado de olivos no ofrece alivio esta tarde.
Da pena el rostro abatido en tierra,
lacera la angustia que oprime tanto su corazón.
Los amigos elegidos como compañeros duermen,
los mismos que habían prometido:
Siempre estaremos contigo, Jesús.
También las promesas, ahora, duermen.
Poco antes, después de la cena, Pedro se jactaba:
Aunque todos huyan, yo no me iré.
Pero ahora, ni siquiera logra tener abiertos los ojos.
Jesús  debía recorrer estos últimos pasos solo.
El largo trayecto de palabras y milagros,
un recorrido tan poblado de gente,
lo ha llevado hasta aquí:
a un rincón de tierra pedregosa,
a una soledad inmensa, que da miedo.
Rostro en tierra: nada de majestuoso en esta escena,
si no es la sinceridad de un hombre que confiesa:
Mi alma está triste hasta la muerte.
Él, que calmó las aguas agitadas por el viento,
ahora no puede apaciguarse a sí mismo.

La tempestad es la angustia,
que le hace temblar la mente y el corazón,
como inquieta el ánimo de millones de hombres y mujeres,
ayer, hoy y mañana.
La lucha puede durar mucho,
y en este jardín sólo acabará
cuando el Hijo le diga al Padre:
“Lo que tú quieras”.
Una paz profunda
seguirá a la oración. 

ORACIÓN 

 

Jesús,

tú, que has entrado en Getsemaní lleno de angustia

y has salido con el ánimo decidido y apaciguado,

conforta a quien gime en el temor o es atenazado por la duda.

Tú, que has experimentado nuestra debilidad,

concede fortaleza y esperanza

a todos los desesperados de la tierra.

 

Tú, que caminas cada día

a lado de los oprimidos por las cargas de la vida,

permanece a nuestro lado,

paso tras paso.

 

A ti, Jesús,

postrado en tierra, el rostro bañado de sangre,

el honor y la gloria

con el Padre y con el Espíritu,

por los siglos de los siglos.

R /.Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Stabat mater dolorosa

iuxta crucem lacrimosa,

dum pendebat Filius.


SEGUNDA ESTACIÓN

Jesús, traicionado por Judas, es arrestado

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

 

Del Evangelio según San Marcos. 14, 43. 45-46

De pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. Nada más llegar, se acerca a él y le dice: “Rabbí”, y le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron.

MEDITACIÓN

En aquella trágica noche oscura de Getsemaní,

“la noche en que fue entregado” (1 Co 11, 23),

el Hijo de Dios, con sus palabras y sus gestos, suscita en nosotros

sentimientos diferentes, a veces contrastantes:

advertimos la riqueza del diálogo espiritual con los discípulos

y experimentamos la alegría de la cena común;

contemplamos las más altas y puras intenciones

y nos estremecemos por la mezquindad de la traición.

Jesús, sabio y clarividente,

siguiendo el designio salvador del Padre,

se encamina hacia el sacrificio para la liberación del género humano.

Al discípulo traidor, le queda sólo el desprecio universal por los siglos,

la “maldición de Judas”,

el abismo tenebroso.

De la muerte de Cristo

florece la vida nueva,

memoria y anuncio de una esperanza imperecedera:

la salvación universal.

ORACIÓN 

Señor Jesús,

en nuestras divisiones, fruto amargo del pecado,

enséñanos el camino hacia la unidad,

el camino que conduce a la riqueza indecible

del Evangelio y de la Redención.

Debe llegar el tiempo establecido por el Padre,

en el cual se manifiesta el amor que perdona y une.

 

Tú, sabio Maestro de vida,

tú, bueno y paciente,

ante la traición del discípulo

y a la prepotencia de los gobernantes,

danos en estos días de violencia inaudita

y de brutal oposición entre los hombres,

un rayo de tu calma y tu serenidad.

Danos sentimientos de paz y perdón,

porque no hay paz sin perdón,

no hay perdón sin compasión.

A ti, Jesús,

que al amigo que te traiciona

le muestras tu rostro benigno,

la alabanza y el honor,

con el Padre y con el Espíritu,

hoy y por los siglos de los siglos.

 

R /.Amén. 

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Cuius animam gementem,

contristatam et dolentem

pertransivit gladius.

 

TERCERA ESTACIÓN

Jesús es condenado por el Sanedrín

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

 

 

Del Evangelio según San Marcos. 14, 55. 60-62. 64

Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban. Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Dios bendito?” Y dijo Jesús: “Sí, yo soy”. Todos juzgaron que era reo de muerte.

MEDITACIÓN

La máquina judicial se pone en movimiento.

Aquel que condena sin pruebas, acusa sin motivo,

juzga sin apelación, oprime al inocente.

Justicia sumaria,

expeditiva, de las dictaduras modernas

y de las situaciones de guerra.

Justicia aplicada a veces –suprema blasfemia– 

en el nombre del Dios que perdona y concede la gracia.

Jesús preso.

Como todas las víctimas de la arbitrariedad,

los presuntos culpables de delitos de conciencia.

Se resisten, se niegan a doblegarse al yugo del sistema,

de la imposición que sofoca

y destruye la personalidad y la identidad.

Control de identidad: “¿Quién eres?” .

Cada uno que entra en prisión recibe un número.

En todo momento ha de mostrar la propia matrícula,

entregar la placa.

En la hora de la arbitrariedad,

tarea y mérito de la Iglesia es decirle

que él no es un número,

que cada hombre tiene derecho de ser llamado por su nombre.

“¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Dios bendito?” (Mc 14, 61).

La respuesta es brillante: “¡Sí, yo soy!”(Mc 14, 62).

mostrar la propia identidad y anunciar la propia fe

son a veces hechos pasibles de muerte.

Pero ¿cuántos son los que buscan a Dios?

¿cuántos son quienes lo buscan tras las rejas?

¿cuántos están en la prisión de su vida, de sus sufrimientos?

¿cuántos en el escarnio soportado y en la tortura padecida?

Hombres y mujeres de todas las cárceles,

acorralados, marcados, heridos,

sin respuesta a las preguntas esenciales:

sobre el sentido de la vida y sobre el mal,

sobre el arrepentimiento, el perdón y la salvación,

sobre el misterio de la Cruz y de la Redención.

Pueblo de carne y sangre.

Tierra de encuentros, de rostros, de voces, de gritos.

Tierra del Evangelio. 

 

ORACIÓN 

Jesús, basta que tú digas “Yo soy”,

para que acudamos a ti.

En las prisiones hombres y mujeres te suplican.

Velan y ruegan en la noche.

Nos enseñan el aire que allí se respira,

el mal que oprime,

la libertad que se busca.

Escucha su súplica.

Si no se sienten perdonados, queridos por ti y por nosotros,

si se les niega la esperanza,

están doblemente condenados, encerrados en el brazo de la muerte.

Concédeles a ellos cuanto nos has concedido a nosotros:

la fe en ti y en tu presencia,

el amor a la vida,

la esperanza en un mundo nuevo.

Danos a nosotros y a ellos los medios para buscarte,

para aceptar la espera y para encontrarte.

A ti, Jesús,

Pastor bueno y Señor de nuestras vidas,

Amigo de rostro clemente,

la alabanza pura y grata,

con el Padre y con el Espíritu,

en el tiempo y en la eternidad.

R /.Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

O quam tristis et afflicta

fuit illa benedicta

mater Unigeniti!

 

CUARTA ESTACIÓN

Jesús es negado por Pedro

V /.Adoramus tú, Christe, et benedicimus tibi.

R /.Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.


Del Evangelio según San Marcos. 14, 72 

Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: “Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres”. Y rompió a llorar.

 

MEDITACIÓN

El gallo canta por segunda vez,

y las lágrimas de Pedro caen hasta el suelo.

¿Qué le ha ocurrido a Cefas, la Roca?

Ha vuelto a negar a su Redentor,

no una, ni dos, sino tres veces.

Así como vaciló su fe

cuando trató de caminar sobre el agua,

ahora, una vez más, Pedro manifiesta su debilidad.

Había prometido ostentosamente morir

antes que renegar de su Maestro.

Pero al final, basta una joven sirvienta

para que se avergüence

de su amistad con Jesús.

Pero, apenas la mirada de Jesús se cruza con la de Pedro,

el Apóstol reconoce su triste error.

Humillado, llora y pide perdón a Dios.

Grande es la lección de Pedro:

hasta los más íntimos ofenderán a Jesús con el pecado.

El canto del gallo

nunca será ya el mismo para el Príncipe de los Apóstoles:

le recordará para siempre

su miedo y su fragilidad.

ORACIÓN 

Señor,

danos un corazón humilde y contrito.

Haz que sepamos derramar lágrimas por nuestras culpas,

para volver a tu bondadoso abrazo

cada vez que te damos la espalda.

Haz que aprendamos de Pedro

a no dar por descontada nuestra fe

ni a suponer que somos mejores que los otros.

Ayúdanos a conocernos a nosotros mismos como somos realmente,

frágiles, pecadores,

necesitados constantemente de tu perdón.

A ti, Jesús,

que miras al amigo con rostro sereno,

la alabanza y la gloria

con el Padre y con el Espíritu,

por los siglos de los siglos.

R /.Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Quæ mærebat et dolebat

pia mater, cum videbat

Nati pœnas incliti.

 

QUINTA ESTACIÓN 

Jesús es juzgado por Pilatos 

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.


Lectura del Evangelio según San Marcos.  15, 14-15

Pero ellos gritaron con más fuerza: “¡Crucifícale! ». Pilatos, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.


MEDITACIÓN

“¡Sea crucificado!” (Mt 27, 22)

Este grito resuena con fuerza

cada vez que un ser humano es maltratado.

Diariamente cada uno de nosotros se convierte en juez.

Nos consideramos con derecho a juzgar

y condenar el comportamiento de los otros,

pero rechazamos de ser objeto

de la crítica o del juicio ajeno.

Siempre encontramos una justificación

para nuestras culpas y errores.

Jesús responde con el silencio

frente a la hipocresía y a la soberbia del poder,

la indiferencia de quienes no asumen su propia responsabilidad.

Confirma así la enseñanza que dio a sus discípulos:

“No juzguéis y no seréis juzgados,

no condenéis y no seréis condenados” (Lc 6, 37).

Jesús, maniatado, se siente libre.

Al aceptar el misterio de la Cruz

nos indica el verdadero amor y la verdadera justicia.

ORACIÓN

Señor Jesús,

Te rogamos que nos libres de la hipocresía y de la indiferencia,

de la tentación de lavarnos las manos

ante la injusticia.

Concédenos la humildad necesaria

para reconocer nuestros errores.

Enséñanos a rechazar cualquier componenda

con la injusticia y la mentira.

Ayúdanos a conseguir el silencio interior

para escuchar el grito de los que sufren.

Dales tu luz a los que siempre buscan

una justificación para sus culpas.

A todos nosotros, Señor,

tú que diste tu sangre

como precio de nuestra libertad,

préstanos tu voz

para alzarla en defensa de los oprimidos,

de los que sufren en silencio,

para que se haga realidad en el mundo

la paz, la justicia y el perdón.

A ti, Jesús,

el condenado de rostro inocente,

la alabanza pura y agradecida,

junto con el Padre y el Espíritu,

en el tiempo y en la eternidad.

R /.Amén.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Quis est homo qui non fleret,

matrem Christi si videret

in tanto supplicio?

 

SEXTA ESTACIÓN

Jesús es flagelado y coronado de espinas

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

 

Lectura del Evangelio según San Marcos. 15, 17-19

Los soldados le vistieron de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron en la cabeza. Y se pusieron a saludarle: “¡Salve, Rey de los judíos!” Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.

MEDITACIÓN

Cristo, tú eres el verdadero Rey,

pero los hombres se han burlado de ti,

te han coronado,

no para adorarte, sino para denigrarte.

Sufrimos contigo porque los hombres

están ciegos y sordos a tu mensaje de salvación.

Tu Reino no es de este mundo,

sin embargo nosotros, los hombres, esperamos favores, poder, éxito, riquezas:

un mundo sin sufrimiento.

Pero nosotros provocamos dolor a los demás,

incluso a los que aún no han nacido, y a los animales.

Con tu sacrificio

nos has enseñado a romper la espiral de la violencia.

Verdadero hombre, has sufrido dolores indecibles;

contemplando tu rostro,

logramos soportar nuestros dolores,

con la esperanza de ser recibidos en tu Reino,

el auténtico y único Reino.

ORACIÓN

 

Oh Jesús, nuestro Rey,

perdona nuestra incoherencia:

lloramos tu dolor,

y perjudicamos los demás para hacer prevalecer nuestro egoísmo.

Sé para nosotros, extraviados, un guía seguro,

para nosotros, débiles, fortaleza en la prueba,

para nosotros, volubles, firmeza en el seguimiento.

Haz que la violencia de los hombres

sea vencida por tu mansedumbre

y que el sufrimiento incomprensible, amparado en la fe,

se convierta en instrumento de paz y salvación.

A ti, Jesús,

Rey coronado de espinas, de rostro sereno y pacífico,

honor y gloria,

con el Padre y el Espíritu,

en el tiempo efímero y en el día sin fin.

 

R /.Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Quis non posset contristari,

piam matrem contemplari

dolentem cum Filio?

 

SÉPTIMA ESTACIÓN

Jesús es cargado con la Cruz

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.


Del Evangelio según San Marcos. 15, 20

Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y lo sacan fuera para crucificarle.


MEDITACIÓN

Jesús ha cargado sobre sus hombros

la cruz que estaba destinada

a cada uno de nosotros.

Ésta es, ante nuestros ojos,

el símbolo de la paradoja y la contradicción.

A pesar de estar investido de la gloria

y del poder que el Padre le dio,

Jesús aceptó una muerte horrible, deshonrosa,

más aún, vergonzosa.

Sabía que la Cruz era el único camino

para entrar en la intimidad del hombre;

una muerta violenta, como el único medio

para entrar dulcemente en nuestros corazones.

Es difícil llevar esta cruz paradójica

en el mundo contemporáneo, globalizado,

dominado por el poder económico, político, militar.

Los poderosos del mundo se alían,

para llevar a cabo represalias,

para atacar poblaciones pobres y exhaustas.

Se justifica incluso el terrorismo

en nombre de la “justicia” y de la “defensa” de los pobres.

Un mensaje violento,

el de los hombres poderosos:

irrumpe violentamente en nuestro corazón

y nuestro corazón se petrifica.

También por esta gran parte de la humanidad doliente,

por las víctimas de la violencia y la injusticia,

Jesús lleva la cruz.

 


ORACIÓN

 

Señor,

danos la fuerza y el ánimo

de compartir tu cruz y tus sufrimientos

en la vida cotidiana y en las tareas profesionales.

 

Infunde en nosotros el espíritu de servicio y sacrificio,

para que no aspiremos al poder y a la gloria,

sino a ser instrumento de solidaridad y de paz,

para quienes están agobiados por la violencia

y la injusticia de los poderosos del mundo.

 

A ti, Jesús,

cargado con la cruz y con el rostro cansado,

nuestro saludo lleno de gratitud y estupor,

con el Padre y el Espíritu,

por los siglos de los siglos.

 

R /.Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Pro peccatis suæ gentis

vidit Iesum in tormentis

et flagellis subditum.

 

OCTAVA ESTACIÓN

Jesús es ayudado por el Cirineo a llevar la Cruz

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.


Del Evangelio según San Marcos. 15, 21

Entonces obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara la cruz.

 

MEDITACIÓN

Un hombre que venía del campo

entró en Jerusalén por negocios.

Un cortejo extraño le cerraba la calle.

En una calle estrecha y abarrotada

soldados, mujeres que lloraban,

algunos fanáticos con ojos llenos de odio

y un condenado, que ya no tenía fuerzas

para llevar sobre los hombros el madero de la vergüenza.

Los soldados buscan a alguien

que le alivie de este peso.

No lo hacen por piedad:

han de respetar la hora de la ejecución.

Eligen al primero que encuentran a mano,

porque aparece bastante robusto.

Un hombre que venía del campo

entró en Jerusalén por negocios.

Ha ganado mucho:

cinco minutos en la historia de la salvación

y una frase en el Evangelio.

Ha conocido gratis el peso de la cruz.

Así se desvela el misterio.

La cruz es demasiado pesada para Dios,

que se ha hecho hombre.

Jesús necesita solidaridad.

El hombre necesita solidaridad.

Se nos ha dicho:

“Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas” (Ga 6, 2).

Solidaridad.

 

ORACIÓN

 

Señor,

tú dijiste: “Si alguno quiere venir en pos de mí,

niéguese a sí mismo, tome su cruz

y sígame” (Mc 8, 34).

¿Cómo puedo hacerlo?

Enséñamelo tú,

y con tu gracia vence en mí

el miedo al odio ajeno,

el miedo al dolor,

el miedo a una muerte solitaria,

el miedo al miedo.

 

Señor, apiádate de mi debilidad.

 

A ti, Jesús,

abatido por la fatiga, el rostro sellado por el cansancio,

nuestro amor solidario y agradecido,

con el Padre y el Espíritu,

con los que eres un solo Dios,

en este tiempo que pasa y en la eternidad inmutable.

 

R /.Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Tui Nati vulnerati,

tam dignati pro me pati

pœnas mecum divide.


NOVENA ESTACIÓN

Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén

V /.Adoramus tú, Christe, et benedicimus tibi.

R /.Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.


Del Evangelio según San Lucas. 23, 27-28. 31

Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose a ellas, dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?”.

MEDITACIÓN

Un lamento fúnebre acompaña

el camino del Condenado a muerte.

A lo largo de la calle que lleva al Calvario

las mujeres lloran y se dan golpes de pecho.

No saben que a cambio de sus lágrimas,

recibirán la profecía tremenda

del tiempo futuro.

No lloréis por mí.

Ahorrad vuestro llanto

para los años y los días futuros,

Porque, si tratan así al Inocente,

¿qué será de vosotras y de vuestros hijos?

Jesús conoce la respuesta a la pregunta

que dirige a las mujeres de Jerusalén.

Él, cargado con la cruz,

se tambalea bajo el peso del pecado y del dolor de los hombres,

que ha querido como a hermanos.

Ya sabe lo larga que es en la historia

la vía dolorosa que lleva a los “Calvarios” del mundo.


ORACIÓN

 

Señor Jesucristo,

tú que conoces

la profundidad de nuestro corazón,

la capacidad de bien y de mal

que hay en cada hombre,

enséñanos a perdonar

y a pedir perdón,

a tener piedad de nosotros mismos y de los demás.

 

Acuérdate de Jerusalén,

bendecida por tu amor

y destrozada por el odio de los hombres.

Da a los hombres y a las mujeres

de aquella Tierra Santa

paz y resurrección.

 

A ti, Jesús,

en cuyo rostro resplandece la luz del Padre

y la ternura de la Madre,

alabanza y gloria

con la Luz eterna y el eterno Amor,

en el tiempo de la espera y en el cumplimiento eterno.

 

R /.Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Eia, mater, fons amoris,

me sentire vim doloris

fac, ut tecum lugeam.


DÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es crucificado

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 24

Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.

 

MEDITACIÓN

Jesús es crucificado.

Sus manos y sus pies son traspasados por crueles clavos.

Despojado de sus vestidos,

es cubierto ahora por los pecados del mundo.

Por amor se deja crucificar

y en el amor el sufrimiento humano adquiere valor salvífico.

Apoyadas por esta certeza,

generaciones de hombres y mujeres, de jóvenes y viejos,

siguen al Crucificado

en esta radical experiencia de amor.

Las llagas del Salvador siguen hoy sangrando,

agravadas por los clavos de la injusticia,

de la mentira y del odio,

de los ultrajes, de los sacrilegios y de la indiferencia.

Sobre la palma de sus manos traspasadas por los clavos

está escrito el nombre de aquellos

que siguen siendo crucificados con él.

 

ORACIÓN

 

Señor Jesús,

clavado sobre el madero por nuestro amor,

danos tu libertad.

 

Enséñanos a vencer el miedo del sufrimiento

con la fuerza que mana de tu cruz.

Haznos penetrar en este misterio de amor,

que transforma en momentos de gracia

incluso los simples acontecimientos de cada día.

 

Jesús, levantado en la cruz,

atrae hacia ti a cuantos buscan tu rostro;

ayuda a cuantos participan en tus sufrimientos

a descubrir el sentido de su misteriosa llamada

y a compartir tu pasión y el dolor del mundo.

 

A ti, Jesús,

Crucificado, en cuyo rostro resplandece la misericordia,

nuestra adoración perenne y agradecida

con el Padre y con el Espíritu,

hoy y en los siglos eternos.

 

R /. Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Fac ut ardeat cor meum

in amando Christum Deum,

ut sibi complaceam.

UNDÉCIMA ESTACIÓN

Jesús promete su Reino al buen ladrón

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Lucas.       23, 39-43

Uno de los malhechores colgados le insultaba: “¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!” Pero el otro le respondió diciendo: “¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho”.Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino”. Jesús le dijo: “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

MEDITACIÓN

“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23,43):

es la palabra más consoladora

qué Jesús pronuncia en el Evangelio.

Es aún más alentador el hecho

de que la dirija a un malhechor.

El buen ladrón seguramente había matado,

quizás más de una vez,

y no sabía nada de Jesús,

sino lo que había oído gritar a la muchedumbre.

Pero he aquí que escucha las palabras de perdón

que el Nazareno dirige a quienes los crucifican

e intuye, como en un relámpago,

de qué Reino había hablado aquel "profeta".

Enseguida lo defiende del escarnio del otro malhechor

y enseguida invoca la salvación.

Un sentimiento de solidaridad

y un grito de ayuda han bastado para salvarlo.

Aquel ladrón nos representa a todos.

Su rápida aventura nos enseña

que el Reino predicado por Jesús

no es difícil de alcanzar

para cada uno que lo invoque.

 

ORACIÓN

 

Señor Jesús,

qué has prometido el paraíso

al malhechor que te habló desde la cruz junto a la tuya,

acuérdate también de nosotros, ahora que estás en tu Reino.

 

Haz que llegue, consoladora,

tu promesa de vida eterna y de eterno amor

a cada mujer y a cada hombre

que afronta el acontecimiento de la muerte.

 

A ti, Jesús,

el Condenado del rostro acogedor,

la alabanza y el agradecimiento perenne,

con el Padre y con el Espíritu,

hoy y por los siglos eternos.

 

R/. Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Sancta mater, istud agas,

Crucifixi fige plagas

cordi meo valide.


DUODÉCIMA ESTACIÓN

 

Jesús en Cruz, la Madre y el Discípulo

 

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

 

Del Evangelio según San Juan. 19, 26-27

 

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” Luego dice al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa

 

MEDITACIÓN

 

María, tú estás erguida a los pies de la Cruz;

el discípulo más joven está a tu lado.

En medio del estruendo de los soldados y de la muchedumbre,

vosotros levantáis silenciosos, la mirada hacia Cristo.

María, has levantado las manos

para recoger la sangre que goteaba de la cruz,

¿savia del árbol de la vida?

¿Han regado tus lágrimas la tierra,

dónde tantas madres dejan a sus propios hijos?

Tú, desde el principio,

has meditado en tu corazón,

en el silencio y en el abandono,

en la paz y en la confianza

lo que viste y oíste.

Ahora ofreces a tu Hijo al mundo,

y recibes al Discípulo que él amaba.

Desde aquel instante, Juan te acoge

en la morada del corazón y en su vida,

y la fuerza del Amor se difunde en él.

Él es ahora, en la Iglesia, el testigo de la luz

y con su Evangelio revela el Amor del Salvador.


ORACIÓN

 

Jesús, que desde la Cruz diriges tu mirada

a tu Madre y al Discípulo,

danos, en medio de los sufrimientos,

la audacia y la alegría de acogerte

y de seguirte con confiado abandono.

 

Cristo, fuente de la vida,

de toda gracia y de toda belleza,

concédenos contemplar tu rostro sonriente,

rostro de quien salva al mundo y lo guía hacia el Padre.

 

Señor, a ti se dirige nuestra alabanza,

acompañada por la Iglesia y por tu Madre:

concédenos descubrir en la locura de la Cruz

la promesa de nuestra resurrección.

 

A ti, Jesús,

cuyo rostro resplandece en la hora de las tinieblas,

como rostro de Maestro, de Hijo, de Amigo,

nuestro amor y nuestra gratitud,

con el Padre y con el Espíritu,

en el tiempo que pasa y en la perenne eternidad.

 

R/. Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Vidit suum dulcem Natum

morientem desolatum,

cum emisit spiritum.


DECIMOTERCERA ESTACIÓN

 

Jesús muere en la Cruz

 

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

 

Del Evangelio según San Marcos.15, 34. 36-37

 

A las tres de la tarde gritó Jesús con fuerte voz: “Eloì, Eloì, lema sabactàni?”, -que quiere decir- “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?” Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: “Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle”. Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.

 

MEDITACIÓN

 

Nunca

como en la hora de su muerte,

la hora más importante en la historia de la humanidad,

Jesús ha estado más cerca de nosotros.

Como uno de nosotros, en el momento final,

Jesús se ve impotente y lleno de angustia.

Nos morimos solos.

Los clavos traspasan su carne,

pero sobre todo su espíritu.

¿Quizás el Padre lo ha abandonado?

Sufre por el dolor de su Madre,

escogida para dar la vida a un Hijo

que verá morir.

Sin embargo Jesús, en el amor y en la obediencia,

acepta el proyecto del Padre.

Sabe que sin el don de su vida

nuestra muerte sería sin esperanza;

las tinieblas de la desesperación

no se convertirían en luz;

el dolor no desembocaría en el consuelo,

en la esperanza de la eternidad.

 

ORACIÓN

 

Gracias Jesús,

para haber vencido nuestra muerte,

con tu muerte:

haz que las cruces de quienes, como tú,

mueren de manos de otros hombres,

se transformen en árboles de la vida.

 

Gracias Jesús,

por haber hecho de la cruz,

lugar de sufrimiento y de muerte,

la señal de nuestra reconciliación con el Padre:

haz que tu sacrificio

enjuague todas las lágrimas que hay en el mundo,

sobre todo las de quien, como tu Madre,

lleva la cruz de la muerte de un inocente.

 

A ti, Jesús,

con la cabeza inclinada sobre la cruz y el rostro ya apagado,

la alabanza adorante y perenne,

en el día que no tiene ocaso

y en el día de la luz inextinguible.

 

R/. Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Fac me vere tecum flere,

Crucifixo condolere,

donec ego vixero.


DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN

 

Jesús es puesto en el sepulcro

 

V/.Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

R/.Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

 

Del Evangelio según San Marcos.15, 46

 

José de Arimatea, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.

 

MEDITACIÓN

 

Tras el estruendo del trueno en el momento de la muerte,

el gran silencio.

Los discípulos en la noche,

que por temor siguieron a hurtadillas al Maestro,

ahora ya no tienen miedo.

A la luz del día,

piden a Pilatos el cuerpo de Jesús para enterrarlo.

La Virgen del gran silencio,

que ha llevado en su vientre el Fruto bendito

- Aquel que el universo no puede contener -

acoge de nuevo en su regazo

el cuerpo de Jesús bajado de la Cruz:

lo contempla y lo adora, lo venera en su inmenso dolor.

El Rey duerme, pero su Esposa vela:

es el día del descanso de Dios.

también la creación duerme con su Rey

en espera de que despierte.

El Hijo de Dios desciende a los infiernos

para rescatar a los retenidos por la muerte.

Su luz interrumpe las tinieblas del Hades.

Tiembla la tierra y los sepulcros se abren.

Jesús viene para liberar a los justos

y llevarlos a la luz de la resurrección.


Él ha sido absorbido por la oscuridad de la muerte,

pero para ser devuelto a la plenitud de la luz y la vida:

como la ballena retuvo en su vientre a Jonás,

para devolverlo después de tres días,

así también la tierra abrirá sus fauces

para liberar el cuerpo luminoso del Viviente.

 

ORACIÓN

 

Jesús, tú te has hecho el más pequeño entre los hombres,

te has dejado caer en la tierra como un grano de trigo.

Ahora, de este grano ha germinado

el árbol de la Vida, que abraza el universo.

 

Señor, haz que,

así como las piadosas mujeres fueron temprano a tu tumba

con bálsamo y ungüentos,

también nosotros vengamos hacia ti

con los aromas y perfumes de nuestro pobre amor.

 

Jesús, en nuestras iglesias tú esperas:

esperas anhelante a alguien

que sepa hacerse pequeño y humilde como tú en la Eucaristía,

adorarte y testimoniar tu amor delante de los hombres,

reconocerte en el pobre y en el que sufre.

Haz que cada uno de nosotros se convierta

en adorador y testigo tuyo

en el misterio del Sagrario

y en el sacramento del hombre hambriento, sediento, enfermo.

 

A ti, Jesús,

del rostro sereno en la rígida solemnidad de la muerte,

nuestro amor y nuestra adoración,

en esta hora tardía y en el día que no conoce ocaso.

 

R /.Amén.

 

Todos:

 

Pater noster, qui es in cælis:

sanctificetur nomen tuum;

adveniat regnum tuum;

fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.

Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;

et dimitte nobis debita nostra,

sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;

et ne nos inducas in tentationem;

sed libera nos a malo.

 

Quando corpus morietur,

fac ut animæ donetur

paradisi gloria. Amen.

 

 

***

 

 

 

El Santo Padre dirige la palabra a los presentes.

Al final del discurso, el Santo Padre imparte la Bendición Apostólica:

 

 

V/.Dominus vobiscum.

R/.Et cum spiritu tuo.

 

V/.Sit nomen Domini benedictum.

R/.Ex hoc nunc et usque in sæculum.

 

V/.Adiutorium nostrum in nomine Domini.

R/.Qui fecit cælum et terram.

 

V/.Benedicat vos omnipotens Deus,

Pater, et Filius, etXSpiritus Sanctus.

R/.Amen.

 


* * *

 

TEXTOS DE MEDITACIÓN

PREPARADOS POR:

 

John M. Thavis (Estados Unidos de América)

Alexej Bukalov (Federación Rusa)

Henri Tincq (Francia)

Greg Burke (Estados Unidos de América)

Angel Gómez Fuentes (España)

Erich Kusch (República Federal de Alemania)

Hiroshi Miyahira (Japón)

Jacek Moskwa (Polonia)

Marina Ricci (Italia)

Aura Miguel (Portugal)

Luigi Accattoli (Italia)

Sophie de Ravinel (Francia)

Valentina Alazraki (México)

Marie Czernin (República Federal de Alemania)

 

 

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