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Sor ELENA MARIA MANGANELLI, O.S.A.
VIA CRUCIS
LECCETO (SIENA) 2011

UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz

Jesús, elevado sobre la tierra,
atrae a todos hacia sí

 

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
 

Lectura del Evangelio según san Juan 19, 18-22

Lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: “El Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”». Pilato les contestó: «Lo escrito, escrito está».

Jesús crucificado está en el centro; la inscripción regia, alta sobre la cruz, abre las profundidades del misterio: Jesús es el rey y la cruz es su trono. La realeza de Jesús, escrita en tres lenguas, es un mensaje universal: para el sencillo y el sabio, para el pobre y el poderoso, para quien se acoge a la Ley divina y para quien confía en el poder político. La imagen del crucificado, que ninguna sentencia humana podrá remover nunca de las paredes de nuestro corazón, será para siempre la palabra regia de la Verdad: «Luz crucificada que ilumina a los ciegos»[1], «tesoro cubierto que sólo la oración puede abrir»[2], corazón del mundo.

Jesús no reina dominando, con un poder de este mundo, él «no tiene ninguna legión»[3]. Jesús reina atrayendo[4]: su imán es el amor del Padre que en él se da por nosotros «hasta el extremo»[5]. «Nada se libra de su calor»[6].

 

Señor Jesús, crucificado por nosotros.
Tú eres la confesión
del gran amor del Padre por la humanidad,
el icono de la única verdad creíble.
Atráenos hacia ti,
para que aprendamos a vivir
«por amor de tu amor»[7].

 

Ven, Espíritu de la Verdad,
ayúdanos a elegir siempre a «Dios  y su voluntad
frente a los intereses del mundo y sus poderes,
para descubrir, en la impotencia externa del Crucificado,
la potencia siempre nueva de la verdad»[8].


Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Tui Nati vulnerati,
tam dignati pro me pati
poenas mecum divide.

 


[1] Cf. Sermón 136, 4.

[2] Cf. Ib. 160, 3.

[3] Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la resurrección, Madrid 2011, p. 223.

[4] Cf. Jn 12, 32.

[5] H. U. von Balthasar, Tú coronas el año con tu gracia, Madrid 1997, p. 217.

[6] Sal 19 (18), 7.

[7] Confesiones 2, 1, 1.

[8] Benedicto XVI, Jesús de Nazaret…, o.c., pp. 226-227.

 

© Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana

  

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