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CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI 
AL PRESIDENTE DEL CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO

 

Al Señor Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa
Arzobispo de Santiago de Chile
Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano

Hace cincuenta años mi venerado Predecesor Pío XII, acogiendo el deseo expresado por la Conferencia General de Obispos Latinoamericanos, reunidos en Río de Janeiro del 25 de julio al 4 de agosto de 1955, instituía el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) con el objetivo de apoyar el trabajo pastoral de los Obispos y, al mismo tiempo, dar respuesta a alguno de los graves problemas de la Iglesia en Latinoamérica (cf. Carta apostólica Ad Ecclesiam Christi).

En medio siglo de existencia el CELAM ha ofrecido su servicio a los Episcopados de los Países de América Latina, ayudando a afrontar en armonía de esfuerzos y con espíritu eclesial los desafíos del subcontinente latinoamericano y empeñándose, dentro de la comunión episcopal, a dar vigor a lo que en el curso de los años se ha denominado “nueva evangelización”.

Consciente de que Jesucristo es el centro de la fe católica y de que la finalidad de la nueva evangelización es ayudar a que cada persona encuentre a Cristo vivo, el CELAM ha animado intensamente la labor del episcopado latinoamericano para que dé testimonio de lo que significa ser fiel discípulo de Cristo y alimente la propia fe en la escucha de la palabra de Dios.

Ya desde su fundación, el CELAM ha sido llamado a dar un particular apoyo a la promoción de las vocaciones, para que sean numerosas y santas. Mirando al futuro, el CELAM deberá seguir ofreciendo su importante contribución y decidido apoyo en este campo, para enseñar a descubrir los signos de la llamada y acompañar en la respuesta.

Deseo recomendar igualmente a la reflexión del CELAM el cuidado de la pastoral de la familia, asediada en nuestros tiempos por graves desafíos, representados por las diversas ideologías y costumbres que minan los fundamentos mismos del matrimonio y de la familia cristiana. Hay que poner un acento especial en la catequesis familiar y en la promoción de una positiva y correcta visión del matrimonio y de la moral conyugal, contribuyendo de esta forma a la formación de familias genuinamente cristianas, que brillen por la vivencia de los valores del Evangelio. Una familia cristiana, verdadera “iglesia doméstica”, será también semillero de abundantes y santas vocaciones.

En su objetivo de promover la colaboración entre los Obispos y de éstos con la Santa Sede, y de hacer crecer de este modo el “affectus collegialis” (cf. Ecclesia in America, 33), el CELAM buscará incrementar el espíritu de comunión, de caridad mutua en la vida interna de la Iglesia. En el mismo ejercicio de la pastoral debe resplandecer esa unidad en la caridad entre los Pastores, entre éstos y las personas consagradas en la vida religiosa, y entre las mismas personas que viven su consagración dentro del carisma propio de su comunidad, todo ello teniendo presente el modelo de nuestro Salvador que vino al mundo no a ser servido sino a servir.

Con el firme deseo de que esta conmemoración avive en los Obispos y en todas las Iglesias particulares de Latinoamérica un impulso evangelizador cada vez más vigoroso, y que la gracia del Señor siga haciendo muy fecunda vuestra labor pastoral, os encomiendo a Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de América, y os imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Vaticano, 14 de Mayo de 2005

BENEDICTUS PP. XVI

 



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