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MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
CON MOTIVO DE LA CAMPAÑA DE FRATERNIDAD EN BRASIL

 

Al venerable hermano
en el episcopado
mons. GERALDO LYRIO ROCHA
Presidente de la CNBB
Arzobispo de Mariana (MG)

Al iniciar el itinerario espiritual de la Cuaresma, el camino de la Pascua de la resurrección del Señor, deseo una vez más adherirme a la Campaña de Fraternidad que, en este año 2008, tiene como tema:  "Fraternidad y defensa de la vida", y como lema:  "Escoge, pues, la vida". Es un tiempo de conversión de todos los cristianos, en el sentido de buscar una fidelidad aún mayor a Dios creador y dador de vida.

Mi venerable predecesor, el Papa Juan Pablo II, en la encíclica Evangelium vitae, puso de relieve la mentalidad individualista y hedonista que, con una concepción distorsionada de la ciencia, fue causa de nuevas violaciones de la vida, en particular del aborto y la eutanasia. Ciertamente, es preciso combatir todas las amenazas contra la vida. El concilio Vaticano II, al condenar todo lo que se opone a la vida o viola la integridad de la persona humana y su dignidad, recordaba que esos comportamientos «deshonran más a quienes los practican que a quienes los padecen"» porque son totalmente contrarios al honor debido al Creador (cf. Gaudium et spes, 27).

Por eso, en el Discurso inaugural de la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe, recordé que los caminos que trazan una cultura sin Dios y sin sus mandamientos, o incluso contra Dios, terminan siendo «una cultura contra el ser humano y contra el bien de los pueblos latinoamericanos» (n. 4:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de mayo de 2007, p. 10).

El Documento final de Aparecida nos muestra que el encuentro con Cristo es el punto de partida para rechazar estos caminos de muerte y para escoger la vida; pero también es el punto de donde partimos para reconocer plenamente el carácter sagrado de la vida y la dignidad de la persona humana (cf. n. 356). Al iniciar la Campaña de Fraternidad de este año, renuevo la esperanza de que las diversas instancias de la sociedad civil se solidaricen con la voluntad popular que, en su mayoría, rechaza todas las formas contrarias a las exigencias éticas de justicia y de respeto a la vida humana desde su inicio hasta su fin natural.

Con estos deseos, invoco la protección del Señor, para que su mano providente se extienda sobre todo Brasil, y la vida nueva en Cristo alcance al ser humano por entero en su dimensión personal, familiar, social y cultural, derramando sus dones de paz y prosperidad, y despierte en todos los corazones sentimientos de fraternidad y de viva cooperación.

Con una especial bendición apostólica.

Vaticano, 8 de diciembre de 2007

BENEDICTO XVI



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