Index   Back Top Print

[ DE  - EN  - ES  - FR  - IT  - PT ]

CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL CARDENAL SFEIR AL RENUNCIAR AL CARGO
DE PATRIARCA DE ANTIOQUÍA DE LOS MARONITAS

 

A Su Beatitud eminentísima
el cardenal Nasrallah Pierre Sfeir
Patriarca de Antioquía de los Maronitas

El año dedicado al 1600˚ aniversario de la muerte de san Marón está a punto de concluir. Durante este jubileo excepcional, a la Iglesia Maronita se le ha concedido un tiempo de gracia. También es la culminación de su servicio para mayor gloria de Dios y bien de todos sus fieles.

Dios, en su amor insondable, lo ha modelado y distinguido con su signo indeleble para una elección particular a su servicio. A esta elección secreta usted correspondió con su respuesta libre y entusiasta siguiendo el ejemplo de la Madre de Dios: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).

El año pasado usted celebró el 60˚ aniversario de sacerdocio: testimonio de fidelidad y amor a Jesucristo, Sumo Sacerdote. El próximo mes de julio tendrá de nuevo ocasión de elevar su acción de gracias a la santísima Trinidad al cumplir cincuenta años de episcopado.

Durante casi veinticinco años colaboró usted con sus dos predecesores en la sede de Antioquía, antes de ser elegido por el Sínodo como su sucesor el 19 de abril de 1986: un momento decisivo que lo sitúa hoy en el umbral del jubileo de plata en este cargo.

Comenzó ese noble ministerio de patriarca de Antioquía de los Maronitas en la tormenta de la guerra que ensangrentó el Líbano durante demasiados años. Con ardiente deseo de paz para su país usted ha guiado esta Iglesia y recorrido el mundo para consolar a su pueblo forzado a emigrar. Por fin, la paz ha vuelto, siempre frágil, pero siempre actual.

El Papa Juan Pablo II, al que tendré la alegría de beatificar el próximo 1 de mayo, lo llamó a formar parte del colegio cardenalicio el 26 de noviembre de 1994, para insertarlo en un comunión más profunda con la Iglesia universal. La visita de mi venerable predecesor a Beirut, en 1997, para firmar la exhortación apostólica postsinodal Una esperanza nueva para el Líbano marcó de nuevo el vínculo constante de su Iglesia con el Sucesor de Pedro.

Cuando convoqué el Sínodo extraordinario para Oriente Medio en septiembre de 2009, lo nombré presidente delegado ad honorem a fin de subrayar la importancia del servicio eclesial que usted ha desempeñado en nombre de Cristo.

En estos últimos días bendije la estatua de san Marón, colocada en una hornacina de la basílica de San Pedro al final del año jubilar y, a continuación, lo pude saludar a usted, así como al presidente de la República del Líbano y a numerosos obispos y fieles.

Usted decidió renunciar al cargo de patriarca de Antioquía de los Maronitas en esta circunstancia muy particular. Ahora acepto su decisión libre y generosa, que es expresión de gran humildad y profundo desapego. Estoy seguro de que acompañará siempre el camino de la Iglesia Maronita con su oración, su sabio consejo y sus sacrificios.

Pido a Dios omnipotente, por intercesión de san Marón y de Nuestra Señora del Líbano, que lo colme de sus bendiciones. De todo corazón le imparto la bendición apostólica a usted, a los obispos, a los sacerdotes y a las personas consagradas, así como a todos los fieles de la Iglesia Maronita y a la amada nación libanesa.

Vaticano, 26 de febrero de 2011

 

BENEDICTO PP. XVI



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana