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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UN GRUPO DE MINISTROS DE ECONOMÍA Y OTRAS PERSONALIDADES


Viernes 9 de febrero de 2007

 

Señoras y señores: 

Me complace daros la bienvenida a vosotros, ministros de Economía de Italia, Reino Unido, Canadá y Rusia, así como a otros ministros, distinguidos líderes internacionales e importantes figuras internacionales, incluyendo la reina de Jordania y el presidente del Banco mundial.

Doy las gracias al ministro Tommaso Padoa Schioppa por sus amables palabras de saludo, pronunciadas en vuestro nombre. Nuestro encuentro es muy oportuno, pues forma parte de la puesta en marcha de un programa piloto orientado a desarrollar y producir vacunas contra pandemias, haciendo que estén al alcance de los países más pobres.

Con esta apreciable iniciativa, llamada Advance Market Commitment, se quiere resolver uno de los desafíos más urgentes de la salud preventiva, que afecta en particular a naciones que a menudo padecen pobreza y graves necesidades. Además, tiene el mérito de unir a instituciones públicas y al sector privado en un esfuerzo común por encontrar los medios más eficaces de intervención en esta área.

Nuestro encuentro tiene lugar precisamente antes de la Jornada mundial del enfermo, que se celebra cada año el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. Es una oportunidad que la Iglesia aprovecha para llamar la atención pública sobre la situación de los que sufren, y este año se centra en quienes padecen enfermedades incurables, muchos de los cuales se encuentran en una fase terminal.

En este contexto, apoyo con entusiasmo vuestros esfuerzos centrados en este nuevo programa y en su objetivo de hacer progresar una investigación científica para descubrir nuevas vacunas. Estas vacunas son urgentemente necesarias para evitar que millones de seres humanos, incluyendo innumerables niños, mueran cada año a causa de enfermedades infecciosas, especialmente en las áreas del mundo de mayor riesgo.

En esta era de mercados globalizados, a todos nos preocupa la brecha cada vez mayor entre el nivel de vida de los países que gozan de una gran riqueza y un alto grado de desarrollo tecnológico, y el de los países en vías de desarrollo, en los que persiste e incluso aumenta la pobreza.

La creativa y prometedora iniciativa puesta en marcha hoy busca contrarrestar esta tendencia, pues quiere crear "futuros" mercados para las vacunas, principalmente las que pueden impedir la mortalidad infantil. Os aseguro el apoyo total de la Santa Sede a este proyecto humanitario, que se inspira en el espíritu de solidaridad humana que necesita el mundo para superar toda forma de egoísmo y para fomentar la convivencia pacífica de los pueblos.

Como dije en mi mensaje con ocasión de la Jornada mundial de la paz, todo servicio prestado al pobre es un servicio prestado a la paz, pues "en el origen de frecuentes tensiones que amenazan la paz se encuentran seguramente muchas desigualdades injustas que, trágicamente, hay todavía en el mundo" (n. 6:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 2006, p. 5).

Ilustres señoras y señores, rezaré por cada uno de vosotros para que Dios todopoderoso os asista en vuestros esfuerzos por llevar a cabo esta importante obra. Invoco cordialmente sobre todos vosotros y  sobre  vuestros seres queridos sus bendiciones de sabiduría, fortaleza y paz.



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