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PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DE UN CONCIERTO DE SIETE COROS ALPINOS
OFRECIDO EN SU HONOR


Lorenzago di Cadore, viernes 20 de julio de 2007

 

Excelencia;
queridos amigos:

Al final de esta estupenda presentación de la gran cultura musical de vuestra tierra dolomítica quiero manifestaros mi más cordial gratitud. Gracias por esta hermosa cultura.

Me han venido a la mente unas palabras de san Agustín, que dice: "cantare amantis est". El amor es fuente del canto. El canto es expresión del amor. En vuestros cantos he percibido un gran amor a la tierra dolomítica, a esta tierra que nos dio el Señor. Y en la acción de gracias, en el amor a la tierra, está presente y resuena también el amor al Creador, el amor a Dios, que nos dio esta tierra, esta vida de alegría, una alegría que vemos más aún a la luz de nuestra fe, la cual nos dice que Dios nos ama.

La cultura popular que se presenta de un modo tan excelso es una joya de nuestra identidad europea, que es preciso cultivar y promover. Expreso mi agradecimiento a todos los que trabajan para que esta gran cultura europea esté presente hoy y también en nuestro futuro.

La educación para el canto, para cantar en coro, no es solamente un ejercicio del oído exterior y de la voz; también es una educación del oído interior, del oído del corazón, un ejercicio y una educación para la vida y para la paz. Cantar juntos, en coro, y todos los coros juntos, implica prestar atención al otro, al compositor, al maestro, a la totalidad que llamamos música y cultura.

Así, cantar en coro es una educación para la vida, una educación para la paz, un caminar juntos, como dijo su excelencia aludiendo al Sínodo diocesano. El obispo también hizo referencia a un tiempo triste y duro, hace noventa años, cuando esta montaña era una barrera, un escenario terrible y cruento de guerra. Demos gracias a Dios porque ahora reina la paz en Europa y hagamos todo lo posible para que la paz crezca en todos nosotros y en el mundo. Estoy seguro de que precisamente esta hermosa música es un compromiso en favor de la paz y una ayuda para vivir en paz.

Gracias, de corazón, a todos vosotros, al obispo, al presentador y a los maestros del coro.

Quisiera expresaros mi gratitud, en nombre del Señor, con mi bendición apostólica.

Después de impartir la bendición apostólica, su Santidad añadió:

Buenas noches, gracias y hasta la vista. ¡Felices vacaciones a todos!



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