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VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI A BRASIL
CON OCASIÓN DE LA V CONFERENCIA GENERAL
DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE
(9-14 de mayo de 2007)

CEREMONIA DE DESPEDIDA

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Aeropuerto de São Paulo
Domingo 13 de mayo de 2007

 

Señor vicepresidente: 

Al dejar esta tierra bendita de Brasil, se eleva en mi alma un himno de acción de gracias al Altísimo, que me ha permitido vivir aquí horas intensas e inolvidables, con la mirada dirigida a la Señora Aparecida que, desde su santuario, ha presidido el inicio de la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe.

En mi memoria quedarán grabadas para siempre las manifestaciones de entusiasmo y de profunda piedad de este pueblo de la Tierra de la Santa Cruz que, junto a la multitud de peregrinos provenientes de todo el continente de la esperanza, ha sabido dar una fuerte demostración de fe en Cristo y de amor al Sucesor de Pedro. Pido a Dios que ayude a los responsables, tanto en el ámbito religioso como en el civil, a impulsar decididamente las iniciativas que todos esperan para el bien común de la gran familia latinoamericana.

Mi saludo final, lleno de gratitud, va al señor presidente de la República, al Gobierno de esta nación y del Estado de São Paulo, así como a las demás autoridades brasileñas, que me han dispensado tantos gestos de delicadeza durante estos días.

También expreso mi agradecimiento a las autoridades consulares, cuya diligente actuación facilitó en gran medida la participación de las respectivas naciones en estos días de reflexión, oración y compromiso por el bien común de los participantes en este gran acontecimiento.

Dirijo un pensamiento particular de estima fraterna, con profundo reconocimiento, a los señores cardenales, a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes y los diáconos, a los religiosos y las religiosas, y a los organizadores de la Conferencia. Todos han contribuido a hacer espléndidas estas jornadas, dejando a quienes han participado en ellas llenos de alegría y de esperanza —"gaudium et spes"— en la familia cristiana y en su misión en medio de la sociedad.

Tened la certeza de que os llevo a todos en mi corazón, del que brota la bendición que os imparto y que hago extensiva a todos los pueblos de América Latina y del mundo.

¡Muchas gracias!



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