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VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA
DE SANTA MARIA LIBERADORA, EN TESTACCIO

PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DEL ENCUENTRO CON LOS GRUPOS PARROQUIALES

Domingo 24 de febrero de 2008

 

Me alegra mucho estar aquí hoy entre vosotros. Por desgracia, no hablo romanesco, pero como católicos todos somos un poco romanos y llevamos a Roma en nuestro corazón; por tanto, comprendemos un poco del dialecto romanesco.

Para mí ha sido muy grato que me hayan hablado en vuestro dialecto, porque se comprende que se trata de palabras que brotan del corazón. También es hermoso y estimulante ver aquí representadas las numerosas actividades que se realizan en esta parroquia, las numerosas realidades que existen en ella: sacerdotes, religiosas de varias congregaciones, catequistas, laicos que colaboran de diversas maneras con la parroquia.

Asimismo, veo que san Juan Bosco está vivo entre vosotros, prosiguiendo su obra; y que la Virgen Liberadora, la que nos hace libres, invita a abrir las puertas a Cristo y a dar la verdadera libertad también a los demás. Esto significa crear la Iglesia y crear también la presencia del reino de Cristo entre nosotros. Gracias por todo esto.

Hoy leímos un pasaje del Evangelio muy actual. La mujer samaritana, de la que se habla, puede parecer una representante del hombre moderno, de la vida moderna. Había tenido cinco maridos y convivía con otro hombre. Usaba ampliamente su libertad y, sin embargo, no era por ello más libre; más aún, quedaba cada vez más vacía. Pero vemos también que en esa mujer había un gran deseo de encontrar la verdadera felicidad, la verdadera alegría. Por eso, siempre estaba inquieta y se alejaba cada vez más de la verdadera felicidad.

Con todo, también esa mujer, que vivía una vida aparentemente tan superficial, incluso lejos de Dios, en el momento en que Cristo le habla, muestra que en lo más íntimo de su corazón conservaba esta pregunta sobre Dios: ¿Quién es Dios? ¿Dónde podemos encontrarlo? ¿Cómo podemos adorarlo? En esta mujer podemos ver muy bien reflejada nuestra vida actual, con todos los problemas que nos afligen; pero también vemos que en lo más íntimo del corazón siempre está la cuestión de Dios, la espera de que él se manifieste de otro modo.

Nuestra actividad es realmente la espera, respondemos a la espera de quienes buscan la luz del Señor, y al dar respuesta a esa espera también nosotros crecemos en la fe y podemos comprender que esta fe es el agua de la que tenemos sed.

En este sentido, quiero animaros a proseguir vuestro compromiso pastoral y misionero, con vuestro dinamismo para ayudar a las personas de hoy a encontrar la verdadera libertad y la verdadera alegría. Todos, como esa mujer del Evangelio, están en camino para ser totalmente libres, para encontrar la plena libertad y para hallar en ella la alegría plena. Con todo, a menudo andan por un camino equivocado. Ojalá que, con la luz del Señor y nuestra cooperación con el Señor, descubran que la verdadera libertad viene del encuentro con la Verdad que es el amor y la alegría.

Hoy me llamaron la atención en particular dos frases. La primera la pronunció el párroco: "Tenemos más futuro que pasado". Esta es la verdad de nuestra Iglesia: siempre tiene más futuro que pasado. Y por eso seguimos adelante con valentía.

La otra frase que me llamó la atención la pronunció en su discurso el representante del consejo pastoral: "La verdadera santidad consiste en estar alegres". La santidad se manifiesta con la alegría. Del encuentro con Cristo nace la alegría. Y este es mi deseo para todos vosotros, que nazca siempre de nuevo esta alegría de conocer a Cristo y con ella un renovado dinamismo al anunciarlo a vuestros hermanos.

Gracias por todo lo que hacéis. ¡Feliz Pascua!

* **

Fuera de la parroquia, ante la multitud de personas que le esperaban

Os saludo de nuevo cordialmente. Me considero muy feliz de estar en este hermoso barrio de Testaccio, que tiene una gran historia y está bajo la protección de María Liberadora. Todos deseamos libertad; pero la Virgen nos dice que la libertad que nos hace libres la hallamos en el encuentro con Cristo, que es quien nos da la vida. La Virgen abrió la puerta a Cristo; así nos abrió a todos la puerta de la verdadera libertad. Ojalá que también nosotros abramos nuestro corazón a Cristo y encontremos la respuesta a nuestra búsqueda de libertad. ¡A todos vosotros una feliz Pascua!



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