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DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL GRUPO MIXTO DE TRABAJO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Y EL CONSEJO MUNDIAL DE LAS IGLESIAS


Sala de los Papas
Viernes 25 de enero de 2008

 

Queridos amigos:

Me complace daros la bienvenida, miembros del grupo mixto de trabajo entre el Consejo mundial de Iglesias y la Iglesia católica, con ocasión de vuestro encuentro en Roma para comenzar una nueva fase de vuestro trabajo. Vuestro encuentro tiene lugar en esta ciudad, en la que los apóstoles san Pedro y san Pablo dieron el testimonio supremo de Cristo y derramaron su sangre en su nombre. Os saludo afectuosamente con las palabras que san Pablo mismo dirigió a los primeros cristianos de Roma: "A vosotros gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo" (Rm 1, 7).

El Consejo mundial de Iglesias y la Iglesia católica han gozado de una fecunda relación ecuménica, que se remonta al tiempo del concilio Vaticano II. El grupo mixto de trabajo, que comenzó en el año 1965, ha trabajado asiduamente para fortalecer el "diálogo de vida" que mi predecesor el Papa Juan Pablo II llamó "diálogo de caridad" (Ut unum sint, 17). Esta cooperación ha sido una expresión efectiva de la comunión que ya existe entre los cristianos, y ha hecho avanzar la causa del diálogo ecuménico y de la comprensión.

El centenario de la Semana de oración por la unidad de los cristianos nos brinda la oportunidad de dar gracias a Dios todopoderoso por los frutos del movimiento ecuménico, en el que podemos descubrir la presencia del Espíritu Santo que fomenta el crecimiento de todos los seguidores de Cristo en la unidad de fe, esperanza y caridad.

Orar por la unidad constituye de por sí "un medio sumamente eficaz para pedir la gracia de la unidad" (Unitatis redintegratio, 8), puesto que es una participación en la oración de Jesús. Cuando los cristianos rezan juntos, "la meta de la unidad aparece más cercana" (Ut unum sint, 22), porque la presencia de Cristo en medio de nosotros (cf. Mt 18, 20) favorece una profunda armonía de mente y corazón: podemos mirarnos unos a otros de un modo nuevo, y fortalecer nuestra decisión de superar lo que nos separa.

Por tanto, en este día recordamos con gratitud la labor de tantas personas que, a lo largo de los años, han tratado de difundir la práctica del ecumenismo espiritual mediante la oración común, la conversión del corazón y el crecimiento en la comunión. También damos gracias por los diálogos ecuménicos que dieron abundantes frutos durante el siglo pasado. La recepción de esos frutos es en sí misma un paso importante en el proceso de promoción de la unidad de los cristianos, y el grupo mixto de trabajo es particularmente idóneo para estudiar y alentar este proceso.

Queridos amigos, pido a Dios que el nuevo grupo mixto de trabajo pueda construir sobre la base de la meritoria obra ya realizada, y así abra el camino a una cooperación cada vez mayor, para que se realice cada vez más plenamente en nuestro tiempo la oración del Señor, "que todos sean uno" (Jn 17, 21).

Con estos sentimientos, y con un profundo aprecio por vuestro importante servicio al movimiento ecuménico, invoco cordialmente abundantes bendiciones de Dios sobre vosotros y sobre vuestras deliberaciones.



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