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PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UNA DELEGACIÓN DE LA IGLESIA LUTERANA DE ESTADOS UNIDOS

Miércoles 10 de febrero de 2010

 

Distinguidos amigos:

Me alegra saludar al obispo Mark Hanson y a todos vosotros, presentes aquí hoy para esta visita ecuménica.

Desde el comienzo de mi pontificado, me ha alentado el hecho de que las relaciones entre católicos y luteranos hayan seguido creciendo, especialmente en lo que concierne a la colaboración práctica al servicio del Evangelio. En su carta encíclica Ut unum sint, mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II describió nuestras relaciones como "fraternidad reencontrada" (n. 41). Espero vivamente que el continuo diálogo luterano-católico, tanto en Estados Unidos de América como a nivel internacional, ayude a construir sobre los acuerdos alcanzados hasta ahora. Queda por realizar la importante tarea de cosechar los resultados del diálogo luterano-católico, que comenzó de manera tan prometedora después del concilio Vaticano II. Para construir sobre lo que se ha logrado juntos desde entonces, el ecumenismo espiritual debe fundarse en la oración ferviente y en la conversión a Cristo, fuente de gracia y de verdad. Que el Señor nos ayude a custodiar lo que se ha conseguido hasta ahora, para protegerlo cuidadosamente y fomentar su desarrollo.

Para concluir, quiero renovar el deseo expresado por mi predecesor, durante cuyo pontificado se avanzó tanto en el camino hacia la unidad plena y visible entre los cristianos, cuando dijo a una delegación similar de la Iglesia luterana de Estados Unidos: "Sois muy bienvenidos aquí. Alegrémonos de que un encuentro como el actual pueda tener lugar. Propongámonos estar disponibles ante el Señor, para que él pueda usar este encuentro para sus designios, para llevar a cabo la unidad que él desea. Os agradezco vuestros esfuerzos en pro de la plena unidad en la fe y en la caridad" (Discurso a un grupo de obispos de la Iglesia luterana de Estados Unidos, 26 de septiembre de 1985: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 22 de diciembre de 1985, p. 20).

Sobre vosotros y sobre todos los que han sido confiados a vuestro cuidado pastoral, invoco de corazón las abundantes bendiciones de Dios todopoderoso.



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