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PEREGRINACIÓN DE LA ARCHIDIÓCESIS DE MÚNICH Y FREISING:
"FIESTA BÁVARA" EN HONOR DEL SANTO PADRE

DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI

Castel Gandolfo
Viernes 3 de agosto de 2012

 

Señores cardenales,
queridos hermanos en el episcopado,
queridos amigos:

Al concluir esta «velada bávara» sólo quiero deciros de todo corazón un «Vergelt’s Gott» («Que Dios os recompense»). Ha sido un placer estar aquí, en el centro del Lacio, en Castelgandolfo, y al mismo tiempo en Baviera. Me he sentido realmente «dahoam» (en casa), y quiero felicitar al cardenal Marx porque ya logra pronunciar muy bien esta palabra.

Hemos podido percibir que la cultura bávara es una cultura alegre: nosotros no somos personas rudas; no se trata de una mera diversión, sino que es una cultura alegre, impregnada de alegría; nace de una aceptación interior del mundo, de un sí interior a la vida, que es un sí a la alegría. Se funda en el hecho de que estamos en sintonía con la creación, en sintonía con el mismo Creador y de que, por esto, sabemos que es un bien ser persona. Es verdad, hay que decir que Dios, en Baviera, nos ha facilitado la labor: nos ha regalado un mundo tan hermoso, una tierra tan hermosa que resulta fácil reconocer que Dios es bueno y ser felices por ello. Al mismo tiempo, sin embargo, él ha hecho también que los hombres que viven en esta tierra, precisamente a partir de su «sí», supieran darle su plena belleza. Sólo a través de la cultura de las personas, a través de su fe, de su alegría, de los cantos, de la música, del arte, ha llegado a ser tan hermosa como el Creador no quiso hacerla él solo, sino también con la ayuda de los hombres.

Ahora bien, alguien podría decir: ¿será lícito ser tan felices, cuando el mundo está tan lleno de sufrimiento, cuando existe tanta oscuridad y tanto mal? ¿Es lícito ser tan jactanciosos y alegres? La respuesta sólo puede ser: «sí». Porque diciendo «no» a la alegría no prestamos un servicio a nadie, sólo hacemos más oscuro el mundo. Y quien no se ama a sí mismo no puede dar nada al prójimo, no puede ayudarlo, no puede ser mensajero de paz. Esto nosotros lo sabemos por la fe, y lo vemos cada día: el mundo es hermoso y Dios es bueno. Y por el hecho de que él se hizo hombre y vino a habitar entre nosotros, de que él sufre y vive con nosotros, nosotros lo sabemos definitiva y concretamente: sí, Dios es bueno y es un bien ser persona. Nosotros vivimos de esta alegría y, partiendo de esta alegría, también tratamos de llevar alegría a los demás, de rechazar el mal y de ser servidores de la paz y de la reconciliación.

Ahora, ciertamente, debería dar las gracias a todos, uno por uno, pero la memoria de un anciano no es de fiar. Por eso prefiero evitarlo. En cualquier caso, quiero expresar mi agradecimiento al querido cardenal Marx por haber lanzado la idea de esta «velada», por haber transportado Baviera a Roma y por habernos hecho así tangible la unidad interior de la cultura cristiana; quiero darle las gracias por haber reunido a tantos bávaros de nuestra archidiócesis, desde la Baja Baviera hasta el «Oberland», desde la región del «Rupertigau» hasta el «Werdenfelser Land».

Quiero manifestar mi agradecimiento a la presentadora, que nos ha obsequiado con un bávaro tan hermoso: no me creo capaz de hablar el bávaro y ser, al mismo tiempo, tan «elevado», pero ella sí lo sabe hacer. También doy las gracias a todos los grupos, a los músicos de los instrumentos de viento..., pero, como decía, no quiero comenzar. Ya lo sabéis: todo me ha conmovido profundamente y por todo ello me siento agradecido y feliz. Ciertamente, los «Gebirgsschützen», que sólo he podido escuchar de lejos, merecen un agradecimiento particular, porque yo soy un «Schütze» honorario, aunque, a su tiempo, fui un «Schütze» mediocre.

Te doy las gracias en particular a ti, querido cardenal Wetter, por haber venido: tú eres mi sucesor directo en la sede de San Corbiniano; gobernaste durante un cuarto de siglo la archidiócesis como buen pastor: ¡Gracias por estar presente!

Cardenal Bertello, gracias por su presencia. Espero que también usted haya percibido que Baviera es hermosa y que la cultura de Baviera es hermosa.

Ahora, como expresión de mi gratitud, quiero impartiros mi bendición, pero antes cantemos juntos el Ángelus y, en la medida en que lo conozcamos, el «Andachtsjodler» (canto religioso en forma de jodler). De corazón, «Vergelt’s Gott» (Que Dios os recompense).



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