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PAPA FRANCISCO

REGINA COELI

Plaza de San Pedro
Domingo 28 de mayo de 2017

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, en Italia y en otros países, se celebra la Ascensión de Jesús al cielo, que sucedió cuarenta días después de la Pascua. La página evangélica (cf Mateo 28, 16-20), la que concluye con el Evangelio de Mateo, nos presenta el momento de la despedida definitiva del Resucitado de sus discípulos. La escena está ambientada en Galilea, el lugar donde Jesús les había llamado para seguirle y para formar el primer núcleo de su nueva comunidad. Ahora esos discípulos han pasado a través del “fuego” de la pasión y de la resurrección; al ver al Señor resucitado se postrarán delante, pero algunos todavía tienen dudas. A esta comunidad con miedo, Jesús deja la gran tarea de evangelizar al mundo; y concreta este encargo con la orden de enseñar y bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (cf v. 19).

La Ascensión de Jesús al cielo constituye por eso el final de la misión que el Hijo ha recibido del Padre y el inicio de la continuación de tal misión por parte de la Iglesia. Desde este momento, desde el momento de la Ascensión, de hecho, la presencia de Cristo en el mundo es mediada por sus discípulos, por aquellos que creen en Él y lo anuncian. Esta misión durará hasta el final de la historia y gozará cada día de la asistencia del Señor resucitado, el cual asegura: «Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (v. 20). Y su presencia lleva fortaleza ante las persecuciones, consuelo en las tribulaciones, apoyo en las situaciones de dificultad que encuentran la misión y el anuncio del Evangelio.

La Ascensión nos recuerda esta asistencia de Jesús y de su Espíritu que da confianza, da seguridad a nuestro testimonio cristiano en el mundo. Nos desvela por qué existe la Iglesia: la Iglesia existe para anunciar el Evangelio. ¡Solo para eso! Y también, la alegría de la Iglesia es anunciar el Evangelio. La Iglesia somos todos nosotros bautizados. Hoy somos invitados a comprender mejor que Dios nos ha dado la gran dignidad y la responsabilidad de anunciarlo al mundo, de hacerlo accesible a la humanidad. Esta es nuestra dignidad, este es el honor más grande para cada uno de nosotros, ¡de todos los bautizados!

En esta fiesta de la Ascensión, mientras dirigimos la mirada al cielo, donde Cristo ha ascendido y está sentado a la derecha del Padre, reforcemos nuestros pasos en la tierra para proseguir con entusiasmo y valentía nuestro camino, nuestra misión de testimoniar y vivir el Evangelio en todo ambiente. Somos muy conscientes de que esta no depende en primer lugar de nuestras fuerzas, de capacidades organizativas o recursos humanos. Solamente con la luz y la fuerza del Espíritu Santo nosotros podemos cumplir eficazmente nuestra misión de hacer conocer y experimentar cada vez más a los otros el amor y la ternura de Jesús. Pidamos a la Virgen María que nos ayude a contemplar los bienes celestes, que el Señor nos promete, y a convertirnos en testigos cada vez más creíbles de su Resurrección, de la verdadera Vida.

 


Después del Regina Coeli:

Queridos hermanos y hermanas:

Deseo expresar nuevamente mi cercanía al querido hermano el Papa Teodoro II y a toda la nación egipcia, que hace dos días sufrió otro acto de feroz violencia. Las víctimas, entre las cuales también niños, son fieles que se dirigían a un santuario a rezar, y fueron asesinados después de rechazar renegar de su fe cristiana.

El Señor acoja en su paz a estos valientes testigos, estos mártires, y convierta los corazones de los terroristas.

Y rezamos también por las víctimas del horrible atentado del lunes pasado en Manchester, donde tantas vidas jóvenes fueron rotas cruelmente. Estoy cerca de los familiares y de los que lloran la pérdida.

Hoy se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, sobre el tema “No temas, que yo estoy contigo” (Is 43, 5). Los medios de comunicación social ofrecen la posibilidad de compartir y difundir al instante las noticias de forma generalizada; estas noticias pueden ser bonitas o feas, verdaderas o falsas; rezamos para que la comunicación, en todas sus formas, sea efectivamente constructiva, al servicio de la verdad rechazando los prejuicios, y difunda esperanza y confianza en nuestro tiempo.

Un pensamiento especial y un aliento va a los representantes de las asociaciones de voluntariado que promueve la donación de órganos “acto noble y meritorio” (Catecismo, n. 2296). Saludo también a los trabajadores de Mediaset Roma, con el deseo de que su situación laboral pueda resolverse, teniendo como finalidad el verdadero bien de la empresa, no limitándose al mero beneficio sino respetando los derechos de todas las personas implicadas: y el primero es el derecho al trabajo.

Quiero concluir con un gran saludo a los genoveses y un gran gracias por su calurosa bienvenida que me reservaron ayer. Que el Señor les bendiga abundantemente y la Virgen de la Guardia les custodie.

Y a todos os deseo un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

¡Buen almuerzo y hasta pronto!

 



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