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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA IV CONFERENCIA INTERNACIONAL
“POR EL EQUILIBRIO DEL MUNDO”

[La Habana, 28-31 de enero de 2019]

 

Distinguidos delegados:

Saludo cordialmente a los participantes en esta Conferencia Internacional Por el equilibrio del mundo, que se celebra en La Habana, en el marco de la conmemoración de una fecha tan significativa para ese amado país, como es el natalicio de José Martí, y cuyo propósito es aunar voluntades que contribuyan, mediante un diálogo fecundo, a estrechar vínculos de fraternidad entre las naciones.

Es fácil constatar cómo los diversos acontecimientos ocurridos en el planeta han contribuido de forma significativa a que se ponga en peligro el equilibrio de la civilización actual. Por esta razón los hombres de bien deberían unirse y encontrarse en eventos de esta naturaleza, en un marco de pluralidad, para lograr una auténtica promoción humana, sabiendo además que «quienes se empeñan en la defensa de la dignidad de las personas, pueden encontrar en la fe cristiana los argumentos más profundos para ese compromiso» (Carta enc. Laudato si’, 65).

El ambiente humano y el ambiente natural van de la mano y pueden degradarse juntos. No se podrá afrontar de forma adecuada la degradación ambiental si no comprendemos las causas que tienen que ver con la degradación humana y social (cf. ibíd., 48). Por este motivo, ya expresé durante mi visita pastoral a Cuba que debería cultivarse, sobre todo en los jóvenes, una “cultura del encuentro” mediante la promoción de una “amistad social” (cf. Saludo a los jóvenes, La Habana, 20 septiembre 2015), la cual nos aúna en un objetivo común de promoción de las personas.

Los animo a buscar alternativas eficaces en torno al pensamiento de José Martí, “un hombre de luz”, como lo definió san Juan Pablo II durante su visita a Cuba (Encuentro con el mundo de la cultura, La Habana, 23 enero 1998). Que las enseñanzas de ese maestro y escritor cubano resuenen dentro de nosotros y nos recuerden, con sus palabras, que «todos los árboles de la tierra se concentrarán al cabo en uno, que dará en lo eterno un suavísimo aroma: el árbol del amor, de tan robustas y copiosas ramas, que a su nombre se cobijarán sonrientes y en paz todos los hombres» (Obras completas, vol. 5, 103).

Les deseo que estos días de trabajo y reflexión den frutos de entendimiento y de diálogo en la consecución de una civilización cada vez más fraterna.

Vaticano, 17 de enero de 2019

Francisco

 


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