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PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA COMUNIDAD FILIPINA CON MOTIVO DE LA
BENDICIÓN DEL MOSAICO DE SAN PEDRO CALUNGSOD

Basílica Vaticana
Jueves 21 de noviembre de 2013

 

Agradezco a mi hermano, el cardenal Tagle, la palabra llena de fe, de dolor, de esperanza. En estos días, también yo estuve muy cercano a vuestro pueblo. Y escuché que la prueba fue fuerte, demasiado fuerte. Pero escuché también que el pueblo fue fuerte. Lo que ha dicho el cardenal es verdad: la fe se eleva de las ruinas. La solidaridad de todos en el momento de la prueba. ¿Por qué suceden estas cosas? No se puede explicar. Hay muchas cosas que no podemos entender. Cuando los niños empiezan a crecer, no entienden las cosas y comienzan a hacer preguntas al papá o a la mamá: «Papá, ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?». Los psicólogos la llaman la «edad del por qué», la edad de los «por qué». Porque el niño no entiende... Pero si estamos atentos veremos que el niño no espera la respuesta de su papá o de su mamá: otro por qué, y otro por qué... El niño tiene necesidad, en esa inseguridad, de que su papá y su mamá le miren. Tiene necesidad de la mirada de sus padres, tiene necesidad del corazón de sus padres. En estos momentos de tanto sufrimiento no os canséis de decir: «¿por qué?». Como los niños... Y así atraeréis la mirada de vuestro Padre sobre vuestro pueblo; atraeréis la ternura del Padre del cielo sobre vosotros. Como hace el niño cuando pregunta: «¿por qué?, ¿por qué?». Que en estos momentos de dolor, esta fuerza sea la oración más útil: la oración del «¿por qué?». Pero sin pedir explicación, solamente pedir que nuestro Padre nos mire. También yo os acompaño, con esta oración del «¿por qué?»

 



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