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PALABRAS DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PEREGRINOS GRECO-CATÓLICOS UCRANIANOS,
EN EL 50° ANIVERSARIO DE LA TRASLACIÓN
DE LAS RELIQUIAS DE SAN JOSAFAT A LA BASÍLICA VATICANA

Basílica Vaticana
Lunes 25 de noviembre de 2013

 

Queridos peregrinos venidos de Ucrania:

He acogido con mucha complacencia la invitación de Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, arzobispo mayor de Kiev-Haly?, y del Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana, de unirme a vosotros en esta peregrinación a la tumba de san Josafat, obispo y mártir, en el quincuagésimo aniversario de la traslación de sus reliquias a esta basílica vaticana. Acojo con alegría también a la delegación de los bizantinos de Bielorrusia.

El Papa Pablo VI, el 22 de noviembre de 1963, hizo colocar el cuerpo de san Josafat debajo del altar dedicado a san Basilio Magno, cerca de la tumba de san Pedro. El santo mártir ucraniano, en efecto, había elegido abrazar la vida monástica según la Regla basiliana. Y lo hizo hasta el final, comprometiéndose también para la reforma de la Orden a la que pertenecía, reforma que llevó al origen de la Orden Basiliana de San Josafat. Al mismo tiempo, primero como sencillo feligrés, luego como monje y finalmente como arzobispo, empeñó todas sus fuerzas para la unión de la Iglesia bajo la guía de Pedro, Príncipe de los Apóstoles.

Queridos hermanos y hermanas, la memoria de este santo mártir nos habla de la comunión de los santos, de la comunión de vida entre todos los que pertenecen a Cristo. Es una realidad que nos hace pregustar la vida eterna, ya que un aspecto importante de la vida eterna consiste en la gozosa fraternidad de todos los santos. «Todos, en efecto, amarán a los demás como a sí mismos —enseña santo Tomás de Aquino—, y, por esto, se alegrarán del bien de los demás como el suyo propio. Con lo cual, la alegría y el gozo de cada uno se verán aumentados con el gozo de todos» (Conferencia sobre el Credo).

Si tal es la comunión de la Iglesia, cada aspecto de nuestra vida cristiana puede ser animado por el deseo de construir juntos, colaborar, aprender los unos de los otros, testimoniar la fe juntos. Nos acompaña en este camino, y es el centro de este camino, Jesucristo, el Señor resucitado. Este deseo de comunión nos impulsa a tratar de comprender al otro, respetarlo, y también a acoger y ofrecer la corrección fraterna.

Queridos hermanos y hermanas, el mejor modo de celebrar a san Josafat es amarnos entre nosotros y amar y servir a la unidad de la Iglesia. Nos sostiene también en esto el testimonio valeroso de muchos mártires de los tiempos más recientes, quienes constituyen una gran riqueza y un gran consuelo para vuestra Iglesia.

Deseo que la comunión profunda que deseáis profundizar cada día en el seno de la Iglesia católica, os ayude a construir puentes de fraternidad también con las demás Iglesias y comunidades eclesiales en tierra ucraniana y en otros lugares donde están presentes vuestras comunidades. Que con la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y san Josafat, el Señor os acompañe siempre y os bendiga.

Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. ¡Gracias!

 



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