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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
DURANTE EL ENCUENTRO CON EL PERSONAL
DEL CENTRO TELEVISIVO VATICANO

Sala Clementina
Lunes 28 de octubre de 2013

 

Queridos amigos:

El Centro televisivo vaticano, querido por el beato Juan Pablo II, nació el 22 de octubre de 1983. En estos tres decenios de actividad, dando gracias a Dios, ha recorrido un gran camino. Ahora se abren importantes desafíos tecnológicos, como os dije en el mensaje con ocasión de vuestro reciente congreso. Son desafíos que no debemos eludir, para mantener firmemente «la perspectiva evangélica en esta especie de autopista global de la comunicación» (Mensaje al CTV, 18 de octubre de 2013). Gracias.

Ante todo, deseo daros las gracias, no sólo por la profesionalidad hoy reconocida en todo el mundo, sino, sobre todo, por la disponibilidad y la discreción que cada día me testimoniáis y con la cual me acompañáis.

Deseo expresar también un agradecimiento especial, en esta ocasión de fiesta, a vuestras familias, porque, como recordó el director monseñor Viganò, viven la agenda semanal en relación a los compromisos del Papa. Es un sacrificio no de poca importancia, imagino, y por ello no sólo os estoy agradecido, sino que aseguro una oración por todos vosotros, en especial por vuestros niños. El Papa no quiere obstaculizar la vida de familia. Pero os agradece la paciencia.

Quisiera confiaros brevemente algunos pensamientos.

Jugad como equipo. La eficacia de la pastoral de la comunicación es posible creando vínculos, haciendo converger una serie de sujetos en torno a proyectos compartidos; una «unidad de propósitos y de esfuerzos» (decr. Inter mirifica, 21). Sabemos que esto no es fácil, pero si os ayudáis juntos a formar equipo todo se hace más liviano y, sobre todo, también el estilo de vuestro trabajo será un testimonio de comunión.

Sed profesionales al servicio de la Iglesia. Vuestro trabajo es de gran calidad, y así debe ser por la tarea que se os ha encomendado. Pero que la profesionalidad sea para vosotros siempre servicio a la Iglesia, en todo: en las tomas, en la realización, en las opciones editoriales, en la administración. Todo se puede hacer con un estilo, una perspectiva que es la eclesial, la de la Santa Sede. Es necesario que la comunicación del CTV sepa infundir en los espectadores, en los fieles y en los «distantes», el perfume y la esperanza del Evangelio.

Concluyo dando las gracias a todos los miembros del Consejo de administración que ayudan con sabiduría a orientar y guiar el CTV en su trabajo. Un recuerdo especial dirijo también a los amigos implicados de diversas maneras en la gran familia del CTV. Solos no podemos hacer mucho, pero juntos podemos estar al servicio de todo el mundo, difundiendo la verdad y la belleza del Evangelio hasta los confines de la tierra. ¡Muchas gracias!

 



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