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JUAN PABLO II

REGINA CAELI

Domingo 9 de mayo de 1982

 

"Madre de los hombres y de los pueblos, Tú conoces todos sus sufrimientos y Sus esperanzas, Tú sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que sacuden al mundo, acoge nuestro grito dirigido en el Espíritu Santo directamente a tu Corazón y abraza con el amor de la Madre y de la Esclava del Señor a los hombres y a los pueblos que más esperan este abrazo, y, al mismo tiempo, a aquellos cuya entrega Tú también esperas de modo especial. Toma bajo tu protección materna a toda la familia humana a la que, con todo afecto a ti, Madre, confiamos Que se acerque para todos el tiempo de la paz y de la libertad, el tiempo de la verdad, de la justicia y de la esperanza".

2. Estas palabras fueron pronunciadas el día de Pentecostés del año pasado en la basílica de Santa María la Mayor, en el contexto de los aniversarios de los grandes Concilios Ecuménicos de Constantinopla y Efeso, y las repetí, por segunda vez, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción.

Dichas palabras encuentran su lugar en el acto de consagración mariana de la Iglesia y para su misión en el mundo contemporáneo.

Dentro del espíritu de la misma consagración iré, con la gracia de Dios, a Fátima el 13 de mayo, en el marco de la visita a la Iglesia en Portugal. De este modo deseo responder a la cortés invitación que me ha dirigido el Presidente de la República, en nombre de la nación, y el cardenal y el Episcopado de la Iglesia en ese noble país de grandes tradiciones católicas.

Aprovechando esta invitación, deseo, sobre todo, responder a la necesidad del corazón, que me impulsa a ir, en el primer aniversario del atentado contra mi persona, a los pies de la Madre de Dios en Fátima, a fin de darle gracias por su intervención para la salvación de mi vida y recuperación de mi salud.

El programa de la visita está vinculado también con el 150 aniversario de la muerte de San Antonio, que nació en Lisboa, y para el que hay previstas una serie de etapas en diversos lugares y ambientes, durante los días 12 al 15 de mayo.

3. El Concilio Vaticano II ha renovado en nosotros tanto la conciencia de la Iglesia y de su misión, como también la conciencia de una relación particular de la Iglesia con el mundo contemporáneo.

Este programa conciliar de renovación me lleva a añadir al acto de consagración de la Iglesia a la Madre de Dios y a la Madre de la Iglesia, pronunciado el año pasado, un acto especial de consagración del mundo contemporáneo.

De este modo, quiero referirme al acto que el Papa Pío XII realizó, hace 43 años, y que recordó también el Papa Pablo VI, al proclamar a María "Madre de la Iglesia", con ocasión de la clausura de la III sesión del Concilio.

El mundo contemporáneo está amenazado de diversos modos. Quizá está amenazado más que en cualquier otro tiempo durante el curso de la historia. Es, pues, necesario que la Iglesia vele a los pies de Aquel que es el único Señor de la historia y Príncipe del siglo futuro. Deseo, pues, velar con toda la Iglesia, elevando un grito al Corazón de la Madre Inmaculada.

Invito a todos a que se unan en espíritu conmigo.



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