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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 2 de septiembre de 1984

 

1. "¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?" (Mt 16, 26).

Estas palabras de Jesucristo, escritas en el Evangelio de Mateo, que hemos escuchado hoy, tocan la cuestión fundamental. ¿Para qué vivo yo? ¿Cuál es el valor del alma humana? ¿Cuál es el bien que puede colmarla completamente?

2. La Constitución del Concilio Vaticano II "Gaudium et spes" expresa esta pregunta fundamental así: "¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?" (n. 10).

3. En la liturgia de hoy el Salmista habla así: "Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti madrugo, / mi alma está sedienta de ti; / mi carne tiene ansia de ti, / como tierra reseca, agotada, sin agua... /... Tu gracia vale más que la vida" (Sal 62/63, 2. 4).

4. A estos pensamientos, que impregnan la liturgia de este domingo, corresponde también 1a oración de la Santa Misa:

"Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves".

5. Estos pensamientos, que animan la liturgia de hoy, los incluimos ahora en la oración del Ángelus. Que, mediante el Corazón de la Inmaculada Madre de Dios, maduren también en nuestros corazones.


Después del Ángelus

Saludo ahora a los peregrinos de lengua española presentes en esta plegaria mariana. Que la Virgen María nos ayude a reavivar nuestra fe y a amar más intensamente a Dios nuestro Padre, y a nuestros hermanos. Para vosotros y vuestros seres queridos mi cordial Bendición Apostólica.



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