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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 22 de diciembre de 1985

 

1. Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, / ordenándolo todo con firmeza y suavidad!

¡Oh Llave de David, / que abres las puertas del reino de los cielos!

¡Oh Emmanuel, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos!

¡Ven!

2. Entre estas invocaciones del Adviento con las cuales reza la Iglesia en la última semana antes de Navidad se halla también la siguiente:

"Oh Rey de las naciones y Piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra".

¡Sí! El Señor es el Rey crucificado y resucitado para todas las naciones y la Piedra angular de la salvación. Como tal lo ha reconocido el pueblo cristiano a través de los siglos. El reciente Sínodo Extraordinario de los Obispos, aludiendo al Vaticano II, ha reafirmado que "Cristo es la luz de las gentes"; y por tanto "la Iglesia debe procurar que esta luz resplandezca claramente sobre su rostro", a fin de "hacerse más creíble, si hablando menos de sí misma, predica más y más a Cristo crucificado, y lo testifica con su vida" (cf. Relatio finalis [cf. II, A, 2]).

3. En este domingo que precede inmediatamente a la Navidad los niños de las parroquias de Roma han venido a la plaza de San Pedro para que se bendigan sus belenes.

Queridos niños: Me alegra veros y expresaros mis más fervientes deseos de una gozosa y santa Navidad. Bendigo con gusto las imagencitas del Niño Jesús que tenéis en la mano. Mirando al belén, al misterio de la gruta de Belén, en la que el Hijo de Dios se hizo Niño como vosotros, podréis comprender qué grande es la bondad de Dios y cuánto debéis amarlo por ello y haceros apóstoles de su amor entre vuestros compañeros y amigos, sobre todo entre los que sufren por la enfermedad, la pobreza y la soledad.

Os exhorto a prepararos a la Navidad con empeño y a irradiar en el mundo de hoy el mensaje de paz que proviene del portal de Belén.

4. De modo particular nos unimos hoy a Aquella que es la Stella Matutina del Adviento. María lleva en su seno al Hijo de Dios. Se acerca el día del cumplimiento, en el que lo da al mundo. María está llena de santa expectativa.

Al rezar el "Ángelus" estamos particularmente cercanos a la Virgen de Nazaret. Cerca de esa santa esperanza que llena su corazón.



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