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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 21 de diciembre de 1986

 

1. "A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo" (Rom 1, 7).

Estas palabras del Apóstol Pablo, tomadas de la liturgia de hoy, las repito en este momento de la plegaria común del Ángelus para saludar a todos "los de Roma".

Gracia a vosotros y paz para el día ya cercano del nacimiento de nuestro Redentor!"

Dirijo estos deseos a todas las parroquias y a todas las familias de la ciudad de Roma a través de los niños que han venido hoy aquí, según la tradición romana del Adviento, trayendo las imagencitas del Niño Jesús para que las bendiga antes de colocarlas en el belén de casa.

2. La Navidad nos enseña cuál es la dignidad de la infancia del hombre. ¡La persona humana posee siempre su nobilísima dignidad de persona en todos los momentos de la vida desde el principio hasta el fin!

Esto nos lo enseña el Hijo de Dios que, con su nacimiento, se ha hecho Hijo del hombre, Hijo de María, en la familia de José.

Queridos niños: Os agradezco los hermosos villancicos que habéis cantado hace un momento. Vosotros, los pequeños, tenéis el espíritu sencillo y abierto, y podéis comprender mejor que nadie el significado profundo de la Navidad. Vosotros sabéis que la venida del Hijo de Dios en nuestra carne es la expresión más alta del amor de Dios Padre a todos los hombres.

Quisiera invitaros a pensar hoy en todos los niños del mundo, sobre todo en los que sufren de diversas maneras, en los niños abandonados, en los que padecen hambre, en los que carecen de los cuidados necesarios.

Dentro de poco rezaremos también por ellos. Pediremos al Niño Jesús que esté a su lado, que sea su protector.

Queremos pedirle que nos conceda un mundo donde no haya ya niños que sufren. Que interceda por nosotros la Virgen María.

3. ¡Bendita Tú eres, Esposa del Espíritu Santo!

Dentro de un momento nos uniremos en la oración con que la Iglesia recuerda las palabras que se refieren al Salvador:

"El Espíritu Santo vendrá sobre Ti... El Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios" (Lc 1, 35).

Esposa del Espíritu Santo -Madre de Cristo- enseña sin cesar a nuestras familias este amor, que el hombre nunca podrá aprender más que en la familia: el amor de los padres a los hijos, el amor de los hijos a los padres, el amor conyugal, el amor fiel, humilde, paciente y servicial.

¡Dios es Amor!

¡Esposa del Espíritu Santo!

¡Guíanos siempre, guía a todas las familias a esta fuente inagotable de amor!



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