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VISITA PASTORAL A EMILIA

JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 5 de junio de 1988

 

1. El rezo del "Ángelus", nos sitúa, dentro de Italia, en el horizonte marcado por la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Como he escrito en la Encíclica Redemptoris Mater, "la piedad del pueblo cristiano ha establecido siempre un profundo vínculo entre la devoción a la Virgen Santa y el culto de la Eucaristía (...). María guía a los fieles a la Eucaristía" (n. 44).

Vuestra tierra, que estos días visito, tiene como una constelación de santuarios consagrados a María. Recuerdo la Virgen de Ponticelli, en Carpi; la Virgen del Castillo, en Fiorano: la Virgen de los Dolores, en San Pedretto; la Virgen de la Consolación, en Bedonia la Virgen de la Puerta, en Guastalla; la Virgen de Ghiara, en Reggio, donde mañana me encontraré con los sacerdotes y religiosas de las diversas diócesis: la Virgen del Rosario, en Fontanellato: y la Virgen de San Lucas, en Bolonia.

Son oasis de oración, de penitencia, de reconciliación, donde los habitantes de Emilia hallan en María el consuelo y el vigor para poder caminar conforme con el Evangelio exigente y dulce de Jesús.

2. María nos conduzca con maternal ternura a la Eucaristía: nos ayude a revivir sacramentalmente, en el sacrificio de la Misa, la muerte y resurrección de Cristo, a redescubrir la presencia real del Verbo encarnado y redentor, Sacerdote y Víctima por nosotros los hombres y por nuestra salvación.

De la mediación materna de la Señora y de la Iglesia recibimos este don que hace soportable, alegre y constructiva nuestra existencia.



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