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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 19 de junio de 1988

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Hoy nuestro acostumbrado viaje ideal por los santuarios marianos del mundo no puede dejar de detenerse en Vietnam, la tierra fecundada por la sangre de los 117 mártires, que acabamos de canonizar.

Nos detendremos a recordar el santuario de La-vang, perteneciente a la archidiócesis de Hué, en Vietnam central. El nombre "La-vang" viene del de un bosque, al que iban en el pasado a recoger leña algunas pequeñas comunidades cristianas de la zona.

El nacimiento de este centro mariano está también vinculado a las pruebas que sufrieron esas comunidades, pues en ese lugar se refugiaron los cristianos en 1798 para huir de la persecución del rey Canh-Thinh, sin preocuparse de los riesgos de las bestias feroces, del hambre y de las enfermedades. Ellos se reunían en torno a un gran árbol, rezando el santo rosario e implorando la asistencia del cielo. La tradición popular narra que la Santísima Virgen María se apareció muchas veces, llevando en brazos al Niño Jesús, exhortándoles a perseverar y asegurándoles su protección.

2. Cuando llegó la paz, muy pronto surgió en el lugar una modesta capilla de madera, que se convirtió en lugar de peregrinaciones. Pero nuevas persecuciones aún más violentas se abatieron sobre los creyentes en torno a la mitad del siglo diecinueve; la devoción a la Virgen fue uno de los puntos de apoyo de la fe de los mártires, que muchas veces se presentaban al suplicio con el rosario al cuello.

En 1886, cuando volvió de nuevo la calma, la capilla de madera de la Virgen de La-vang, que habían hecho quemar los perseguidores, fue sustituida por una construcción en mampostería. Fue inaugurada solemnemente en 1901 por el padre Morineau, de las Misiones Extranjeras de París, en presencia de numerosos fieles.

La capilla fue restaurada y ampliada en 1924 por mons. Eugenio Allys, obispo de Hué, pero a causa de las guerras continuas, hoy no quedan de ella más que las ruinas quemadas alrededor de las cuales, a pesar de las dificultades, todavía ahora se reúnen los peregrinos en oración para fortalecer su fe.

3. En 1961, unos años antes de que el santuario fuera destruido, la Conferencia Episcopal Vietnamita, con una carta pastoral, lo había proclamado santuario mariano nacional, y el mismo año la Santa Sede lo erigió elevándolo a la categoría de basílica menor.

Podemos pensar que estos actos tan significativos de la autoridad eclesiástica sirvan de buen auspicio para la reconstrucción del santuario, que esperamos se haga cuanto antes, en un clima de libertad y de paz, y de agradecimiento a Aquella a la que "todas las generaciones llaman bienaventurada" (cf. Lc 1, 48). De ese modo el santuario, por intercesión de la Reina de los Mártires, podrá desarrollar todas sus virtualidades espirituales en favor no sólo de los católicos vietnamitas, sino también de la unidad nacional, así como del verdadero progreso civil y moral del país.



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