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JUAN PABLO II

REGINA CAELI

Domingo 24 de abril de 1988

 

Queridos hermanos y hermanas:

Al concluir esta espléndida ceremonia, que marca un momento de gozo para toda la Iglesia por la exaltación de cuatro nuevos Beatos, elevamos nuestro pensamiento agradecido a María Santísima con la hermosa oración del "Regina coeli".

Recordando la Jornada de Oración por las Vocaciones, que hoy se celebra en toda la Iglesia, resulta espontáneo pensar en el testimonio dado por los nuevos Beatos con sus vocaciones peculiares y poner de relieve la importancia que ha tenido la presencia de María en su itinerario espiritual. La Virgen Santa ―Aquella a la cual en el cielo, como decía el Beato Francisco Palau, Jesucristo no puede negar ningún favor que sea justo y necesario, como ningún hijo lo niega a su propia madre― fue en el santuario de Altötting, Baviera, la inspiradora de la decisión del Beato Gaspar Stanggassinger de entrar en los redentoristas. En Umbría, los santuarios de la Virgen de la Estrella y de la Virgen de las Lágrimas tuvieron igualmente un puesto especialísimo en la maduración de la vocación sacerdotal del Beato Pedro Bonilli, así como en las diversas etapas de su larga vida de Pastor y de fundador. Igualmente, en la casa madre de las Hermanas de los Pobres, la Beata Sabina Petrilli edificó un templo a la Virgen de la Visitación, para recordar constantemente el gesto concreto de amor de la Virgen hacia cualquiera que se encuentra en necesidad.

Reflexionando sobre la presencia de María en la historia de toda vocación, invocamos su intercesión de gracia en el itinerario, ciertamente exigente y fatigoso, pero siempre exaltante y lleno de alegría, en su positiva conclusión, de todas las Vocaciones. María dice hoy a todos los jóvenes y las jóvenes, como en Caná de Galilea: "Haced lo que Él os diga", y sugiere Ella misma, la Madre de Cristo, el camino a seguir, según el modelo de su vida.

Nuestra oración, pues, obtenga del Señor por intercesión de la Virgen Santa un nuevo incremento de vocaciones santas.


Después del Ángelus

Con sumo agrado saludo ahora a los numerosos peregrinos venidos para la beatificación del Siervo de Dios Francisco Palau y Quer. Mi saludo particular se dirige a la peregrinación de Aytona, pueblo natal del Padre Palau. Os agradezco vuestra presencia y, sobre todo, el significativo testimonio de fe que habéis dado esta mañana con vuestros cantos y plegarias.

Amadísimos, este importante momento eclesial debe suponer una ocasión para acrecentar la fe, a nivel personal y comunitario, la cual debe ir acompañada por el amor. Que la caridad, junto con la devoción a María y el amor a la Iglesia, elementos característicos de la espiritualidad de este ilustre carmelita, sea la virtud que anime y consolide vuestra unión con Dios. Pues como decía el Padre Francisco: “La caridad ha sido sembrada en el jardín de nuestra alma el día de nuestro bautismo”. 

Que la seva gran figura estigui sempre present en les vostres vides.

A vosotros y a vuestras familias imparto mi Bendición Apostólica.



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