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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 6 de diciembre de 1992

 

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. El tiempo litúrgico del Adviento, que estamos viviendo, nos ayuda a tomar mayor conciencia de la dimensión escatológica de la vida cristiana.

La Iglesia, aquí abajo, es un pueblo «peregrinante» (cf. Lumen gentium, 48). La meta a la que tiende es el retorno glorioso de Cristo que, tras haber venido en la humildad de la Encarnación, volverá al final de los tiempos como Señor y juez de la historia. Por eso precisamente en la oración de los creyentes vibra siempre el deseo del Adviento: «Ven, Señor Jesús» (Ap 22 20).

En ésta espera, confiada y vigilante, la Iglesia no se cansa de señalar al mundo el motivo de su esperanza, Cristo, redentor del hombre.

2. A dar a conocer mejor a Cristo y hacer que se acoja con generosidad su mensaje, quiere contribuir también el nuevo Catecismo de la Iglesia católica, que se hará público oficialmente en los próximos días: mañana, 7 de diciembre, en el curso de un «momento celebrativo»; el martes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, con una celebración eucarística en la basílica de Santa María la Mayor; y, el miércoles 9 de diciembre, mediante un encuentro especial con los periodistas y los agentes de las comunicaciones sociales.

Este nuevo texto constituye un instrumento privilegiado y una apremiante invitación a una adecuada formación evangélica, a fin de emprender con convicciones firmes y clarividencia apostólica el camino de la nueva evangelización.

De aquí la urgencia de la catequesis, llamada a repartir el pan de la palabra de Dios, favoreciendo su comprensión cada vez más profunda, ante los desafíos de nuestro tiempo.

La catequesis, desde luego, no se agota con una simple transmisión de nociones. Su tarea consiste en «promover en plenitud y alimentar diariamente la vida cristiana de los fieles de todas las edades» a fin de que el creyente quede «impregnado» por el misterio de Cristo y así aprenda «siempre a pensar mejor como él, a juzgar como él, a actuar de acuerdo con sus mandamientos, a esperar como él nos invita a ello» (Catechesi tradendae, 20).

En ese sentido, el nuevo «Catecismo», punto de referencia para la catequesis de las comunidades cristianas esparcidas por el mundo, ofrecerá una pista segura.

3. Pidamos a la Virgen santa que suscite en toda la Iglesia un nuevo impulso en el compromiso de difusión de la buena nueva de la salvación.

María, que el evangelio nos presenta como la mujer de la escucha, la mujer que «conserva en su corazón» y medita todos los acontecimientos y las palabras con que Dios se manifiesta (cf. Lc 2, 19. 51), nos obtenga, sobre todo en este tiempo de Adviento, una escucha dócil y diligente de la palabra del Señor, para que vivamos con corazón nuevo el misterio del nacimiento del Redentor.



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