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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Castelgandolfo
Domingo 17 de agosto de 2003

 

1. Anteayer, solemnidad de la Asunción de la santísima Virgen María, la liturgia nos exhortó a elevar la mirada al cielo, para contemplar a María en la nueva Jerusalén, la ciudad santa que baja de Dios (cf. Ap 21, 2).

"Mira —dice el Señor— que hago un mundo nuevo" (Ap 21, 5). En el Apocalipsis resuena con vigor el evangelio de la esperanza, que impulsa a acoger la "novedad de Dios", don escatológico que va más allá de toda posibilidad humana, y que sólo él puede realizar. Esta "novedad" alcanzará su plenitud al final de los tiempos, pero ya se halla presente en la historia. En efecto, ya desde ahora, a través de la Iglesia, Dios está renovando y transformando el mundo, y el reflejo de su acción se percibe también "en cada forma de convivencia humana animada por el Evangelio" (Ecclesia in Europa, 107).

2. El continente europeo, que desde hace dos mil años "escucha el Evangelio del reino inaugurado por Jesús" (ib.), no puede por menos de dejarse interpelar por esta "novedad". La fe cristiana le dio forma y, luego, algunos de sus valores fundamentales han inspirado "el ideal democrático y los derechos humanos" de la modernidad europea. Además de ser "un lugar geográfico", Europa es "un concepto predominantemente cultural e histórico", que se ha caracterizado como continente también gracias a la fuerza unificadora del cristianismo, que ha sabido integrar entre sí a pueblos y culturas diferentes (cf. ib., 108).

No se puede negar que, en nuestro tiempo, Europa atraviesa una crisis de valores, y es importante que recupere su auténtica identidad. El proceso de ampliación de la Unión europea a otros países no puede referirse únicamente a aspectos geográficos y económicos, sino que debe traducirse en una renovada concordia de valores que ha de expresarse en el derecho y en la vida (cf. ib.,110).

3. Pidamos a la santísima Virgen, venerada en tantos santuarios europeos, que ayude al continente a ser siempre consciente de su vocación espiritual y contribuya a construir la solidaridad y la paz "dentro de sus fronteras y en el mundo entero" (ib., 112).

 



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