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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Domingo 21 de marzo de 2004

 

Antes de concluir esta solemne celebración, deseo dirigiros un saludo cordial a todos vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, que con vuestra devota participación habéis rendido homenaje a los nuevos beatos. Saludo con afecto a los cardenales, obispos, sacerdotes y fieles de lengua española, así como a las autoridades presentes en la beatificación de la madre Matilde Téllez y de la madre Piedad de la Cruz. Muy especialmente saludo a las Hijas de María Madre de la Iglesia y a las Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús. Que el ejemplo y la intercesión de las nuevas beatas nos ayuden a seguir las huellas de Jesucristo, siendo instrumentos de su misericordia y colaboradores de la Providencia. Así mismo aliento a mantener la esperanza, el ánimo y la generosidad ante el dolor de tantas familias, del pueblo de Madrid y de toda España, por el reciente atentado terrorista. El amor es más fuerte que el odio y la muerte.

Saludo a los peregrinos que han venido de diversas partes de Italia y a las autoridades religiosas y civiles que los acompañan. En particular, dirijo un saludo al arzobispo de Milán, cardenal Dionigi Tettamanzi, a los sacerdotes y a los fieles de Monza, ciudad natal del beato Luis Talamoni, y a las Hermanas de la Misericordia. Saludo, asimismo, a la familia carmelitana, especialmente a las monjas del Carmelo de Ragusa, que están de fiesta por la madre María Cándida de la Eucaristía.

Siguiendo el ejemplo de los nuevos beatos, nos dirigimos ahora, con confianza, a la intercesión de la Virgen por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero.

 



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