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JUAN PABLO II

ÁNGELUS

Fiesta de san Pedro y san Pablo
Martes 29 de junio de 2004

 

1. La Iglesia celebra la fiesta de los apóstoles  san Pedro y san Pablo:  el pescador de Galilea, que fue el primero en confesar la fe en Cristo; y el maestro y doctor, que anunció la salvación a los gentiles (cf. Prefacio). Por voluntad de la divina Providencia, ambos llegaron a Roma, donde sufrieron el martirio en el lapso de pocos años. Desde entonces la ciudad, que era la capital de un gran imperio, fue llamada a otra gloria:  albergar la Sede apostólica, que preside la misión universal de la Iglesia de difundir por el mundo el Evangelio de Cristo, Redentor del hombre y de la historia.

2. En este año, la actual solemnidad se ha visto enriquecida con la presencia de Su Santidad Bartolomé I, Patriarca ecuménico de Constantinopla, a quien hace poco he tenido la alegría de acoger y saludar. Su grata visita tiene un motivo particular:  hace cuarenta años, precisamente en enero de 1964, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I se encontraron en Jerusalén y se intercambiaron un abrazo fraterno. Ese abrazo se ha convertido en un símbolo de la anhelada reconciliación entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas, así como en profecía de esperanza en el camino hacia la unidad plena entre todos los cristianos.

He invitado al Patriarca ecuménico Bartolomé I a participar en la santa misa que presidiré esta tarde, a las 18.00 horas, en la plaza de San Pedro. Juntos tendremos la homilía y proclamaremos la profesión común de fe. También durante la celebración de esta tarde tendré la alegría de imponer el "palio" a los arzobispos metropolitanos nombrados durante el último año. Es un signo tradicional de comunión entre la Sede de Roma y las Iglesias esparcidas por el mundo, que se enmarca muy bien en el contexto de la fiesta de los apóstoles san Pedro y san Pablo.

3. A los dos insignes Patronos encomiendo de modo especial la amada diócesis de Roma, así como la comunidad civil de la capital. Invocando su intercesión, junto con la de María santísima, Salus  populi  romani,  oremos para que  todo hombre y toda mujer acojan el mensaje de amor por el que san Pedro y san Pablo sufrieron el martirio.

 



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