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JUAN PABLO II

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 30 de junio de 2004

 

El palio, signo de comunión

Venerados hermanos en el episcopado;
amadísimos hermanos y hermanas: 

1. Ayer celebramos la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo, venerados de modo especial aquí en Roma, donde ambos sellaron con la sangre su admirable testimonio de amor al Señor. La solemne liturgia eucarística se vio enriquecida este año con la participación fraterna de Su Santidad el Patriarca ecuménico Bartolomé I, para conmemorar el cuadragésimo aniversario del histórico encuentro y abrazo, en Jerusalén, entre mi venerado predecesor el siervo de Dios Pablo VI y el Patriarca ecuménico Atenágoras I.

Además, fue significativa vuestra presencia, amadísimos arzobispos metropolitanos, elegidos durante el último año. Tuve la alegría de imponeros el sagrado palio, y hoy me encuentro de nuevo con vosotros. Os saludo con gran afecto, juntamente con vuestros familiares y amigos, y extiendo mi saludo a las comunidades encomendadas a vuestra solicitud pastoral.

2. Vuestra grata presencia me brinda la ocasión de reflexionar sobre el significado de la antigua tradición de la imposición de los palios.

Desde el siglo noveno, los arzobispos nombrados en las sedes metropolitanas reciben del Papa una particular insignia litúrgica, es decir, el "palio", como signo de comunión con el Obispo de Roma. Esta insignia, que el Sumo Pontífice viste en todas las celebraciones solemnes y los metropolitanos en circunstancias particulares, consiste en una estrecha estola de lana blanca que se lleva ceñida al cuello. Cada año se confeccionan tantos palios cuantos son los nuevos metropolitanos. Bendecidos por el Papa en las primeras Vísperas de la solemnidad de San Pedro y San Pablo, se guardan en un cofre situado en la "Confesión" de la basílica vaticana, junto a la tumba del Apóstol, para ser impuestos al día siguiente a los arzobispos.

3. El signo del palio conserva también hoy una elocuencia singular. Expresa el principio fundamental de comunión, que da forma a la vida eclesial en todos sus aspectos; recuerda que esta comunión es orgánica y jerárquica; manifiesta que la Iglesia, para ser una, necesita el servicio peculiar de la Iglesia de Roma y de su Obispo, Cabeza del Colegio episcopal (cf. Pastores gregis, 56).

El otro aspecto complementario, que el rito del palio pone muy bien de relieve, es el de la catolicidad de la Iglesia. En efecto, la Iglesia ha sido enviada por Cristo para anunciar el Evangelio a todas las naciones y para servir a la humanidad entera.

4. Amadísimos hermanos y hermanas, muchos de vosotros habéis querido acompañar a estos prelados en una ocasión tan significativa. Son vuestros pastores. Os invito a permanecer unidos a ellos y a orar por la misión pastoral que están llamados a cumplir. Mi saludo se dirige también a los ocho metropolitanos que no están aquí presentes, los cuales recibirán el palio en sus sedes.

A todos Cristo nos repite lo que dijo un día a Pedro: Duc in altum! Nos invita a remar mar adentro y a aventurarnos con confianza por el mar de la vida, confiando en la ayuda constante de María, Madre de Dios, y en la intercesión de los apóstoles san Pedro y san Pablo, que con su sangre fecundaron los inicios de la Iglesia.


Saludos

Saludo con afecto a los peregrinos y familias de lengua española. En especial, a los arzobispos de Santiago de los Caballeros, Antequera, Cuzco y Arequipa, con sus familiares y fieles diocesanos. También a los grupos parroquiales aquí presentes. A todos os deseo una fructuosa peregrinación a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo.

(En polaco) 
Saludo a los agricultores polacos, hombres dedicados a un trabajo duro, a menudo subestimado, sin el cual no es posible vivir. Siguiendo el ejemplo de vuestros antepasados, respetad el don de Dios:  la tierra confiada a vosotros. Ojalá que produzca abundantes cosechas, que se conviertan en alimento y sean fuente de prosperidad para todos los polacos.

(En italiano)
Mi pensamiento va también, como de costumbre, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. A la solemnidad de los apóstoles San Pedro y San Pablo sigue hoy la memoria litúrgica de los Santos Protomártires de la santa Iglesia Romana. Queridos hermanos, imitad su testimonio evangélico y sed fieles a Cristo en todas las situaciones de la vida.



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