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CONFERENCIA DE PAZ DE MADRID

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS GEORGE BUSH

 

Al presidente George Bush:

Deseo enviarle a usted, como co-presidente de la Conferencia que se inaugurará mañana en Madrid, mis mejores deseos de que la Conferencia sea realmente un camino hacia la paz, como esperan las partes implicadas y todo el mundo. He expresado este mismo deseo al señor Mijail Gorbachov, presidente de la Unión Soviética, que comparte con usted la responsabilidad de presidir este encuentro, y quisiera hacerlo extensivo también a todos los participantes.

Sus esfuerzos y los de sus colaboradores, en especial de su secretario de Estado, señor James Baker, han permitido dar este primer paso tan importante, cuyo principal significado consiste en que ha demostrado la disposición para afrontar mediante el diálogo los graves problemas que han agobiado al Oriente Medio durante décadas.

El camino que queda por recorrer no será fácil, pero abrigo la esperanza de que, con su ayuda y la de todos los que ocupan puestos de responsabilidad e influencia, nunca llegue a faltar esa disponibilidad para negociar, y que las partes involucradas logren la mutua confianza que es necesaria para tener el valor de buscar la paz después de la trágica experiencia de años de guerra, hostilidad y sufrimiento.

Estoy convencido de que el acuerdo es posible, si todos los interesados lo buscan con perseverancia y lo persiguen con constante atención hacia los derechos fundamentales de los demás, y con la firme convicción de que la verdadera paz, la paz duradera, sólo se puede alcanzar si se satisfacen las demandas de justicia. Al mismo tiempo, para mí y para muchos otros es motivo de esperanza el hecho de que los que tienen esta responsabilidad representan a pueblos unidos en la fe en un solo Dios, y que están buscando la paz para esa tierra que es santa y querida, a la vez, por todos los creyentes, judíos, cristianos y musulmanes.

Acompaño estas esperanzas con una oración al Dios misericordioso para que ilumine a todos los participantes en la Conferencia, de modo que los encuentros sucesivos produzcan de verdad los resultados que esperan todas las personas de buena voluntad.

Vaticano, 29 de octubre de 1991.

JUAN PABLO II



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