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MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL DIRECTO EJECUTIVO DEL PROGRAMA DE LA ONU
PARA EL CONTROL DE LAS DROGAS

 

Al doctor Giorgio Giacomelli,
director ejecutivo del programa de las Naciones Unidas
para el control de las drogas

La Jornada internacional contra el abuso y el tráfico ilícito de drogas, establecida por las Naciones Unidas, que se celebra ahora por novena vez, brinda una valiosa oportunidad para reflexionar sobre una de las más trágicas situaciones que aún afectan a la sociedad actual, causando un daño incalculable, especialmente a la generación más joven; es, también, una oportunidad para fortalecer la decisión de afrontar este problema.

La Santa Sede está preocupada por el aumento del uso de drogas y del tráfico ilícito de narcóticos y sustancias psicotrópicas, que la opinión pública parece aceptar a veces con indiferencia generalizada y a menudo con la creencia errónea de que la protección contra este flagelo consiste en marginar y abandonar a sus víctimas, sin afrontar sus causas devastadoras.

Es preciso reconocer que se da un nexo entre la patología mortal causada por el abuso de drogas y una patología del espíritu, que lleva a la persona a huir de sí misma y a buscar placeres ilusorios, escapando de la realidad, hasta tal punto que se pierde totalmente el sentido de la existencia personal. Algunos factores, como la ruptura familiar, las tensiones en las relaciones humanas, el aumento del desempleo y los modelos infrahumanos de vida, favorecen esta alienación. De hecho, en la raíz de estos males se encuentra la pérdida de los valores éticos y espirituales (cf. Mensaje a la Conferencia internacional sobre el abuso y el tráfico ilícito de drogas, 4 de junio de 1987).

La Santa Sede atribuye gran importancia tanto a la prevención como al tratamiento médico terapéutico, orientado a ayudar a las víctimas del abuso de drogas a redescubrir su dignidad de seres humanos, reactivando los recursos personales que han quedado sepultados. Igualmente importante es el compromiso de las personas, de las familias, de la sociedad y de las instituciones en la lucha contra el abominable tráfico ilícito de drogas.

Por esta razón, la Santa Sede expresa su gran estima por los objetivos y la actividad del Programa de las Naciones Unidas para el control internacional de drogas, y alienta decididamente a fortalecer la cooperación internacional mediante programas bien elaborados y eficaces, tanto a nivel legislativo como operativo.

Con estos sentimientos, invoco cordialmente la asistencia divina sobre todos los que están comprometidos con gran sacrificio y, a la vez, con riesgo personal, en la lucha contra el abuso y el tráfico ilícito de drogas y en la recuperación de las víctimas.

Vaticano, 15 de junio de 1996.

JUAN PABLO II



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