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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL NUEVO MINISTRO DE LA SOBERANA ORDEN MILITAR DE MALTA ANTE LA SANTA SEDE


Jueves 14 de diciembre de 1978

 

Señor Ministro:

Con bastante frecuencia han tenido ocasión mis predecesores de recibir una Delegación de la Soberana Orden Militar de Malta, y manifestarle su complacencia y aliento. Pero hacía tiempo que no había presentado aquí Cartas Credenciales un nuevo Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante la Santa Sede. Me proporciona gozo especial, por tanto, dar la bienvenida a Vuestra Excelencia y ofrecerle mis votos mejores por el cumplimiento de la misión que inaugura hoy.

Vuestras palabras llenas de nobleza acaban de evocar la historia casi milenaria de una fidelidad sin fallos a la Sede Apostólica, con el afán de procurar inseparablemente la defensa de la fe y el servicio al prójimo.

Muchos elementos del pasado han desaparecido, como habéis hecho notar. Pero según dice magníficamente San Pablo, la caridad perdura siempre, esa caridad que une indisolublemente aquí abajo el amor de Dios y el de los hermanos y, sobre todo, el de los miembros de Jesucristo que sufren. Tal es el fundamento de vuestras actividades, inspiradas en el Evangelio, que exige a los Caballeros de Malta las cualidades de vida espiritual que le dan sentido y fecundidad.

Al recibir a vuestro predecesor, en plena segunda guerra mundial, el gran Papa Pío XII subrayaba la ayuda prestada por la Orden a tantas víctimas inocentes del conflicto. ¿Acaso son menos numerosas ahora? Sabéis que las desgracias necesitadas de ayuda no han disminuido. Por tanto. también hoy a todos aquellos que representáis aquí, ¿cómo no alentarlos a procurar entregarse todavía más, viendo en los hospitales, leproserías y múltiples lugares donde se prodiga vuestra abnegación, un servicio al mismo Cristo, el que —os lo recordaba asimismo Pío XII— «siendo rico se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por su pobreza» (2 Cor 8, 9)?

Esta lección debe sernos especialmente grata en estos días que nos acercan a la celebración de Navidad. Por ello formulo mis mejores votos para que la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de Malta siga cumpliendo su alta misión. y pido al Señor que colme de gracias al Príncipe y Gran Maestre, a los Caballeros y Damas de la Orden y. en particular. a Vuestra Excelencia, impartiendo de todo corazón sobre todos la bendición apostólica.

 



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