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PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A POLONIA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL EPISCOPADO Y A LOS FIELES
EN LA CATEDRAL SAN JUAN BAUTISTA DE VARSOVIA


Sábado 2 de junio de 1979

 

¡Alabado sea Jesucristo!

1. Al comienzo de mi peregrinación a través de Polonia saludo a la Iglesia de Varsovia reunida en su catedral: saludo a la capital y a la archidiócesis. Saludo a esta Iglesia en la persona de su obispo, el primado de Polonia.

Ya San Ignacio de Antioquía había enunciado la unidad que logra la Iglesia en su obispo. La doctrina del gran padre apostólico y mártir ha pasado a la Tradición. Ha tenido una amplia y fuerte resonancia en la Constitución Lumen gentium del Concilio Vaticano II.

Esta doctrina ha encontrado una magnífica encarnación precisamente aquí: en Varsovia, en la Iglesia de Varsovia. De tal unidad, en efecto, el cardenal primado se ha convertido en la piedra clave particular. Piedra clave es la que sostiene el arco, la que refleja la fuerza de los fundamentos del edificio. El cardenal primado manifiesta la fuerza del fundamento de la Iglesia que es Jesucristo. En esto consiste su fuerza. El cardenal primado enseña, desde hace más de treinta años, que esta fuerza la debe a María, Madre de Cristo. Todos sabemos bien que gracias a María se puede hacer resplandecer la fuerza de aquel fundamento que es Cristo, y que se puede convertir eficazmente en piedra clave de la Iglesia. Esto es lo que enseña la vida y el ministerio del primado de Polonia. Es él la piedra clave de la Iglesia de Varsovia y de toda la Iglesia de Polonia. En esto consiste la misión providencial que él desarrolla desde hace más de treinta años. Quiero decir esto al comienzo de mi peregrinación aquí, en la capital de Polonia, y deseo una vez más con toda la Iglesia y la nación dar gracias por ello a la Santísima Trinidad. La Iglesia, en efecto, en todas sus dimensiones de tiempo y de espacio, en su dimensión geográfica e histórica, se congrega en la unidad del Padre. del Hijo y del Espíritu, como nos ha recordado también el Concilio (Lumen gentium, 4).

2. En el nombre, pues, de la Santísima Trinidad deseo saludar a todos los que forman esta Iglesia en comunión con su obispo, primado de Polonia. Los obispos: el anciano obispo Waclaw, mons. Jerzy, mons. Bronislaw, secretario de la Conferencia Episcopal Polaca, mona. Wladyslaw y mons. Zbigniew, el cabildo metropolitano, todo el clero diocesano y regular, las religiosas de todas las congregaciones, el seminario, la institución eclesiástica académica, que es continuación de la facultad de teología de la universidad de Varsovia.

Deseo asimismo —en unión con el arzobispo de la Iglesia de Varsovia— ver y abrazar en el modo más pleno a toda la comunidad del Pueblo de Dios que representa a casi tres millones de laicos.

La Iglesia está presente "en el mundo" a través de los seglares. Deseo pues abrazar a todos vosotros que formáis la Iglesia peregrina aquí abajo, en tierra polaca, en Varsovia, en Masovia.

A vosotros, padres y madres de familia; a vosotros que vivís en soledad; a vosotros, personas ancianas; a vosotros, jóvenes y muchachos.

A todos vosotros, los que labráis la tierra, los que trabajáis en la industria, en las oficinas, en las escuelas, en los ateneos, en los hospitales, en los institutos de cultura, en los ministerios, en cualquier lugar. Hombres de todas las profesiones que con vuestro trabajo construís la Polonia contemporánea, herencia de tantas generaciones, herencia amada, herencia no fácil, empeño grande, de nosotros polacos "gran deber comunitario", la patria (C. K. Norwid).

Todos vosotros que sois a la vez la Iglesia, esta Iglesia de Varsovia. Vosotros que sancionáis el derecho milenario de ciudadanía de esta Iglesia en la vida actual de la capital, de la nación, del Estado.

3. En unión con la Iglesia archidiocesana saludo también a todos los obispos sufragáneos del metropolitano de Varsovia: los Ordinarios de Lodz, Sandomierz, Lublín, Siedlcc, Warmia y de Plock, con sus obispos auxiliares y las representaciones de las diócesis.

4. La catedral de Varsovia, dedicada a San Juan Bautista, quedó casi completamente destruida durante la insurrección. El edificio en que nos encontramos ahora es totalmente nuevo. Y es también un signo de vida nueva polaca y católica que encuentra su centro en esta catedral. Es signo de lo que Cristo dijo una vez: "Destruid este templo, y en tres días lo levantaré" (Jn 2, 19).

Queridísimos hermanos y hermanas. queridos connacionales:

Sabéis que vengo a Polonia para la conmemoración del IX centenario del martirio de San Estanislao. El es, entre otras cosas, el Patrono principal de la archidiócesis de Varsovia. Aquí, pues, en Varsovia, comienzo a venerarlo, en la primera etapa de mi peregrinación jubilar.

El, que estaba un tiempo en la sede episcopal de Cracovia (capital de Polonia durante tantos siglos), parece que dijo de sí mismo al Rey Boleslao: "Destruye esta iglesia y Cristo —a través de las generaciones— la reconstruirá". Lo dijo "del templo de su cuerpo" (Jn 2, 21).

En este signo de la nueva construcción y de la nueva vida que es Cristo y que es de Cristo, os encuentro hoy, amadísimos, y os saludo como primer Papa salido de la estirpe polaca, en los umbrales del segundo milenio del bautismo y de la historia de la nación.

"Cristo... ya no muere, la muerte no tiene ya dominio sobre El" (Rom 6, 9).



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