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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UNA DELEGACIONES BÚLGARAS


Viernes 25 de mayo de 1979

 

Excelencia,
señoras y señores:

Os doy las gracias por esta visita al Vaticano. Gracias particularmente por los saludos y deseos que me habéis traído del Señor Presidente del Consejo de Estado de la República Popular de Bulgaria; a mi vez, le presento los míos con toda sinceridad.

Saludo a cuantos componen las Delegaciones aquí presentes; las personalidades que representan las tradiciones culturales búlgaras: el Metropolita Pankratij, Jefe de la Delegación de la Iglesia ortodoxa búlgara, y los miembros de la Delegación católica entre los que veo a mis hermanos en el Episcopado, Sus Excelencias mons. Bogdan Dobranov y mons. Samuele Dijoundrine.

Vuestra presencia en Roma para asistir a la inauguración de la exposición organizada en la Biblioteca Apostólica Vaticana sobre "Manuscritos y documentos del Vaticano referentes a la historia de Bulgaria", y para tomar parte en las celebraciones en honor de los Santos Cirilo y Metodio, evidencia elocuentemente el hecho de que los lazos de la Santa Sede con Bulgaria a nivel eclesiástico y civil, no son de ayer sino de hace muchos siglos. Vuestras Delegaciones, formadas por personalidades del mundo religioso y cultural, demuestran a mayor abundancia que la cultura y la fe religiosas no sólo no se oponen entre sí, sino que una respecto de la otra mantienen relaciones semejantes a las del fruto con el árbol. Basta estudiar el origen de las culturas de los varios pueblos para ver cómo la cultura ha sido y sigue siendo manifestación auténtica de algunas de las exigencias más hondas del hombre, que quiere expresar en el arte y costumbres lo que le parece verdadero, bueno, bello, justo y digno de ser amado.

En mi primera Encíclica Redemptor hominis expliqué cómo todos los caminos de la Iglesia llevan al hombre. Es un hecho histórico que las Iglesias cristianas de Oriente y Occidente han inculcado y propagado a lo largo de los siglos el amor a la propia cultura y el respeto a la cultura de los demás. Así se explica la erección de iglesias magníficas repletas de riquezas arquitectónicas e imágenes sagradas, tales como los iconos, por ejemplo, fruto tanto de la oración y la penitencia como de la ciencia artística. Así se explica también la producción de tantos documentos y escritos de carácter religioso y cultural que llevaron a efecto la instrucción y formación de los pueblos a que estaban destinados.

En este contexto, con orgullo y emoción elevo el pensamiento a los Santos Cirilo y Metodio; ellos dejaron a los pueblos eslavos un patrimonio cultural que es en realidad como el fruto del árbol de su fe cristiana, profundamente enraizado en el amor a Dios y a los hermanos, a quienes sirvieron en circunstancias que no eran siempre favorables. Deseo que su mensaje de unión entre los pueblos en fraternidad verdadera y en una vida pacífica en sociedad, siga escuchándose hoy en las regiones donde vivieron y trabajaron, y a las que amaron hasta la muerte con todo su fervor de apóstoles.

Cuando volváis a vuestra patria, quisiera que fuerais portadores de los deseos de felicidad, paz y prosperidad tanto espiritual como material, que formulo para el pueblo búlgaro tan cercano siempre a mi corazón.

 



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