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PALABRAS DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A LOS JÓVENES DE COMUNIÓN Y LIBERACIÓN
DESPUÉS DE LA REPRESENTACIÓN DEL ORATORIO «INTERROGANDO A MARÍA»

Castelgandolfo
Domingo 29 de julio de 1980

 

Se podría decir sencillamente: gracias. Pero siento que no basta decir gracias porque es necesario explicar el porqué de este agradecimiento.

Gracias, ante todo, al autor y a los artistas. Ya había leído este texto hace algunos meses, pero su transposición teatral es otra cosa. Por tanto, la verdadera lectura de su oratorio, señor Testori, la he hecho esta noche. Por eso le doy las gracias. El segundo agradecimiento entra ya en el mérito de la obra. Me he preguntado, mientras asistía a la representación, si era la primera vez que seguía tal planteamiento teatral."

Ha sido, sin duda, la primera vez, puesto que toda verdadera obra artística es primera, única e irrepetible. Pero se puede hablar de tradición y en este caso la tradición ahonda sus raíces en los siglos. Se debe, pues, ir hasta la época en que nuestra fe era vivida profundamente.

"Interrogatorio" es una expresión diría casi central en este contexto. "Interrogatorio a María". Nosotros estamos acostumbrados a hablar con María, a interrogarla constantemente. Cada una de nuestras oraciones es un interrogatorio. En este interrogatorio permanece el "tú" y el "yo", donde este "yo" es cada uno de nosotros. En el interrogatorio al que hemos asistido esta noche, en cambio, nos parece encontrarnos en una situación inversa: María se ha convertido en ese "yo" y todos nosotros, representados aquí también por los artistas, somos los que hemos provocado a María, con nuestro interrogatorio, a que nos hable de sí misma. Y creo que esto es muy original y se encuentra en línea con el estilo de las obras medievales. En mi país, la literatura de la Edad Media ha señalado el paso de una literatura de tipo latino y polaco a la vez, a una literatura de tipo exclusivamente nacional.

(Tras detenerse en algunas consideraciones entre la literatura teatral tradicional y moderna, el Santo Padre prosiguió)

La obra de nuestro autor creo que puede colocarse precisamente sobre esta línea de fidelidad a la tradición de la literatura teatral, aun siendo radicalmente moderna.

Y aunque tomemos en consideración la literatura dramática de tipo religioso no encontramos, en épocas cercanas a la nuestra o incluso contemporáneas, este tipo de planteamiento.

Interrogatorio a María, este interrogatorio es moderno en su contenido, en el modo de proponer los problemas, de hacer las preguntas a María, y también en su sencillez. Aunque esta sencillez era típica del arte medieval, del drama paralitúrgico medieval, se trataba de otro tipo de sencillez, diría más primitivo, al menos a nuestro parecer. Pero tal vez ya no seamos capaces de juzgar las actitudes de hace tantos siglos. En cambio, la sencillez que se notaba en las preguntas, y también en las respuestas, es una sencillez, diría, muy audaz por ambas partes; por parte de los interlocutores y por parte de la Virgen que respondía con grandísima sencillez, confesando qué quiere decir ser madre, ser madre del Verbo divino, ser madre de Cristo, explicando también lo que significa esa maternidad en el sentido, podríamos decir, humano, físico, de dos elementos, de dos aspectos de esa maternidad del Verbo, del Verbo encarnado; maternidad que introducía a la Virgen María en el misterio, en el seno de la Santísima Trinidad; maternidad que la situaba en el centro de la historia, historia de la salvación humana; maternidad que ha condicionado sustancialmente el misterio de la encarnación no sólo como hecho histórico, sino misterio de la Encarnación como un proceso, como un proceso que dura, proceso permanente, proceso en el que todos estamos implicados con nuestra humanidad, con nuestra vida humana, con nuestro destino, todos, cada uno y también el cosmos, todo el mundo visible al que pertenecemos y que lleva en sí la gran amenaza de su muerte. Al final de este interrogatorio, el autor y los artistas han tocado también esta dimensión del Credo y así, de aquella manera, muy original, muy moderna, hemos asistido a una catequesis, podemos decir, catequesis hecha por la catequista más competente en todo el universo, por ser una catequista que podía y puede dar un testimonio más personal del misterio divino. Entonces, ya no sé lo que nos ha atraído más, si el aspecto artístico, dramático, un poco en la tradición de los misterios litúrgicos medievales, o la catequesis de conjunto, puesto que era casi todo el Credo explicado en el coloquio, en el interrogatorio a María. La actitud de los interlocutores era también típica del hombre moderno. Somos nosotros, todos nosotros, los que le hacemos preguntas a María, así como han hecho nuestros artistas. Estas son mis impresiones, y todo lo que he dicho lo he dicho para dar una respuesta a la pregunta: ¿Por qué gracias? Por todo esto y por otros muchos valores contenidos, por otras muchas experiencias vividas durante este espectáculo tan sencillo, tan reducido en sus elementos visuales y tan atractivo por su contenido esencial, religioso, profundamente teológico, profundamente humano, perenne y, al mismo tiempo, podemos decir, totalmente nuestro, digo y repito: gracias. Y doy las gracias no sólo en mi nombre, sino también en nombre de algunos de mis huéspedes que en estos días están aquí cerca. Se trata de amigos míos que hace tiempo eran también ellos estudiantes y ahora son profesores, ingenieros, doctores, y otros son ya, al menos la mayoría de ellos, también padres. Han venido con sus hijos para visitarme aquí, en Castelgandolfo, en estos días. Tengo que decir que he pasado con ellos muchos años durante el verano, y también en invierno, aprovechando del tiempo de las vacaciones para estar juntos, para hacer un poco de turismo juntos y para vivir juntos también la comunidad cristiana. Estaban presentes, han intentado escuchar. Quizá no han podido entender. Pero pienso que si no han entendido las palabras, sin duda habrán podido comprender el clima de este espectáculo, de ese misterio religioso, misterio en sentido artístico y teatral. Por eso, también en nombre de estos mis amigos, digo: gracias".

Concluyendo, podemos decir que el encuentro con Comunión y liberación ha tenido un poco el sabor del encuentro con la cultura cristiana. Pero es un encuentro que hay que profundizar.

 



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