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DISCURSO EL SANTO PADRE JUAN PABLO II
AL EMBAJADOR DE INDONESIA ANTE LA SANTA SEDE*


Sábado 22 de marzo de 1980

 

Señor Embajador:

Recibo con gusto la Carta con que el Excmo. Sr. Presidente Soeharto acredita a Vuestra Excelencia como Embajador de vuestro país ante la Santa Sede y le doy las gracias por su amable saludo al que correspondo cordialmente con el mío.

Los cambios en todos los sectores de la vida humana a que Vuestra Excelencia se ha referido, son asombrosos. Están produciendo desconcierto en muchas mentes, tanto en países considerados más avanzados económicamente como en los que se tiene por menos desarrollados en este aspecto. El aturdimiento se mezcla con el temor, temor no sólo de lo extraño y desconocido, sino de los peligros reales que nacen de lo mismo que produce el genio del hombre.

Pero estos cambios proporcionan también posibilidades nuevas de mejora, posibilidades que son realmente tales si los avances de la ciencia y la tecnología van hermanados con el correspondiente desarrollo del comportamiento moral, de modo que el hombre llegue a ser realmente mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los otros, especialmente a los más necesitados y más débiles; y más dispuesto a compartir con los otros y ayudarles.

Con vistas al mensaje de verdad y amor que la Iglesia tiene deber de anunciar al mundo, está obligada a garantizar este desarrollo moral y a hacer todos los esfuerzos posibles para que el avance se proyecte en favor de la totalidad del desarrollo y el progreso.

En Indonesia la Iglesia tiene fuerte voluntad de trabajar por el bien del pueblo y por su progreso humano. Lo ha venido haciendo a través de instituciones como sus hospitales y escuelas, y por medio de la colaboración generosa del personal misionero que ayuda abnegadamente en la Iglesia local.

Que Dios conceda a vuestro noble pueblo seguir avanzando en la prosperidad material y sobre todo en riquezas espirituales, uniendo armónicamente sus esfuerzos en pro del verdadero bienestar de todos. Invoco las bendiciones de Dios sobre toda Indonesia, sobre sus líderes y sobre usted y su importante misión.


*L'Osservatore Romano. Edición semanal en lengua española, n.17, p.8.

 



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