Index   Back Top Print

[ EN  - ES  - IT  - PT ]

VIAJE APOSTÓLICO A ÁFRICA

CEREMONIA DE BIENVENIDA

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Aeropuerto de Acra, Ghana
Jueves 8 de mayo de 1980

 

Señor Presidente:

1. La gentilísima acogida que me habéis otorgado a mi llegada a Ghana me ha agradado mucho, y le quedo agradecido a usted por las palabras de estima que ha dirigido a mi persona, en nombre propio y de toda la población de este país. Por mi parte, expreso a usted y a todos sus conciudadanos los sentimientos de mi respeto y amistad.

Siento gran alegría de encontrarme en Ghana. Vuestro país es estupendo por muchas razones. La rica variedad de la naturaleza —desde las bajas llanuras del litoral a las altiplanicies, desde las selvas a las sabanas— marca la patria de un pueblo rico en expresiones lingüísticas y culturales que no obstante, se encuentra unido por el deseo común de ser una nación en la que cada uno de los hombres y mujeres, cada niño y cada familia y grupo social se sienten respetados en su dignidad y en su deseo de desarrollar plenamente su potencialidad. Presento mis afectuosos saludos a todos los miembros del pueblo de Ghana, dondequiera se encuentren. Les saludo en las ciudades y poblados. Saludo a las autoridades y a los ancianos, a los padres y madres, y de modo especial a los jóvenes y a los niños. A todos digo: "He venido a vosotros como vuestro amigo. He venido para estar con los pobres, para traer alivio a los enfermos, para decir una palabra de ánimo y de esperanza a quien se encuentra solo, abandonado o afligido".

2. En el momento ele mi llegada aquí, quisiera expresar también mi sentimiento particular de alegría por la ocasión que he hallado de encontrarme con los queridísimos hijos e hijas de la Iglesia católica en Ghana. Ante todo, presento mi saludo e imparto mi bendición a mis hermanos en el Episcopado, los Pastores celosos y fieles del Pueblo de Dios. A todo el clero, tanto autóctono, como extranjero, a los religiosos y religiosas, y a todos los laicos, les digo: Que la alegría y la paz de Nuestro Señor Jesucristo estén con vosotros, hoy y siempre. He venido a vosotros como Obispo de Roma y Sucesor de Pedro: como padre y como hermano, para alegrarme con vosotros en la fe, la esperanza y el amor que compartimos en común, y para celebrar con vosotros la comunión que nos une.

3. Con vivo placer aprovecho esta oportunidad, Señor Presidente, para expresar a usted y a todas las autoridades civiles mi profundo aprecio por la estima y la comprensión que manifestáis hacia la Iglesia católica y que traducís en términos de colaboración efectiva en el campo de la educación, de la sanidad y en tantos sectores de la promoción humana. La Iglesia os estará siempre reconocida por la libertad que se le da para realizar su misión, que es de carácter religioso. Y, puesto que es la servidora de la humanidad, la Iglesia siempre estará disponible para colaborar en la promoción de la justicia, la paz y la dignidad humana a través de la participación activa de sus miembros en iniciativas comunes, proclamando incesantemente que todos los seres humanos son creados a imagen y semejanza de Dios, y están, por lo tanto, dotados de igual dignidad y derechos.

Al comienzo de mi visita de amistad y de paz en Ghana, invoco sobre esta tierra y sobre su población la abundancia de las bendiciones de Dios Omnipotente.

 



Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana