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DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
A UNA PEREGRINACIÓN DE LA DIÓCESIS ITALIANA DE CREMONA


Lunes 23 de marzo de 1981

 

Queridísimos fieles de la diócesis de Cremona:

1. La ocasión que os ha traído a Roma y a la Sede de Pedro, a esta audiencia especial reservada a vosotros, es muy singular y significativa: la proclamación de un "Año Mariano" en toda la diócesis, concretamente del 26 de mayo próximo al 26 de mayo del año que viene. Coincidiendo con el 550 aniversario de la aparición de la Virgen en Caravaggio, donde se halla el santuario tan conocido y muy querido por vosotros. En preparación inmediata a tal iniciativa habéis querido reuniros con el Papa, manifestarle vuestra fe y homenaje filial, y escuchar su palabra.

Vuestra visita me colma de alegría y consuelo, y por ello os dirijo mi saludo afectuoso con sentimientos de agradecimiento vivo y cordial. Deseo saludar en primer lugar a vuestro obispo y a sus colaboradores; y después a todos vosotros que representáis a la querida diócesis de Cremona y sois intérpretes de sus ricas tradiciones religiosas y de su fidelidad cristiana. Transmitid mi saludo y bendición a todos los hermanos de la diócesis.

2. Ante la perspectiva de un año entero dedicado a una pastoral más intensa a la luz y amor de María Santísima, quisiera dejaros como sugerencia válida para ahora y para siempre, las palabras que Ella misma dijo a los sirvientes: "Haced todo lo que os diga Jesús" (cf. Jn 2, 5). Aprovechad bien todos los programas y actividades de carácter formativo, cultural, sacramental, piadoso y caritativo que se os proponga. ¡Sed generosos! Actuad de manera que vuestros Pastores estén satisfechos de vosotros. Ayudad a vuestros Pastores a que los frutos sean abundantes y el "Año Mariano" lleve a muchas almas a reflexionar, convertirse, madurarse humana y cristianamente, a perfeccionarse en la fe y la virtud, y al aumento de vocaciones sacerdotales y religiosas.

3.. Quisiera sugeriros tres sectores que parecen más importantes en esta época nuestra:

— Ante todo, un interés más global y completo por la catequesis. Muchas veces la verdad puede desconcertar a la razón y, sobre todo, al instinto que tiende a la satisfacción inmediata y sin escrúpulos. Y sin embargo, la verdad es la que ha revelado Jesús y enseña el Magisterio auténtico de la Iglesia. La verdad no cambia por mucho que cambie continuamente la historia. Hay que tener la valentía de la verdad y eliminar las reticencias, ambigüedades, subterfugios e interpretaciones confusas y desleídas que producen malestar en las almas y las dejan perplejas y desorientadas. Los errores pasan; la verdad permanece. Pero anunciar y practicar toda la verdad, cuesta a veces. Ya lo había anunciado Cristo hablando del camino tortuoso y pedregoso, de la puerta estrecha y de la cruz cotidiana. Pero la verdad ilumina y salva: "El que me sigue no anda en tinieblas" (Jn 8, 12).

— En segundo lugar, una participación más profunda y vital en la vida litúrgico-sacramental. Debemos volver a meditar a fondo sobre el valor de la Santa Misa entendida como "sacrificio" que renueva místicamente en el altar el Sacrificio redentor y único de la cruz bajo las especies de pan y vino, por obra del sacerdote que actúa "in persona Christi". Como hombres y criaturas, todos deben orar y adorar al Altísimo; como cristianos sabemos que el culmen de la oración y adoración es la Santa Misa. El Sacrificio de la Misa es también sacramento que da fuerzas y consuelo al alma, la cual debe estar en gracia a su vez para recibir la Eucaristía. Y aquí se encuadra la catequesis referente al sacramento de la penitencia.

— Y finalmente, como último afán, un propósito más generoso y concreto de caridad y amor hacia los hermanos, venciendo el egoísmo individual, sacrificando de verdad algunas cosas, tendiendo con interés la mano al necesitado.

Queridísimos: Cerca de vuestra ciudad de Cremona, cargada de historia, surge en el verdor de la magnífica llanura del Po y junto al antiguo Borgo di Caravaggio, el santuario de la Santísima Virgen de la Fuente, el más grande de Lombardía y uno de los más conocidos y frecuentados de Italia. Conocéis bien las circunstancias de sus orígenes: la aparición de la Virgen en el atardecer del 26 de mayo de 1432 a una mujer pobre, Giovannetta de Vároli, que se había dirigido a Ella como a último refugio y esperanza en un momento de gran angustia. María Santísima se le apareció y no sólo la consoló sino que la hizo embajadora ante los poderosos de su tiempo y ante los habitantes de Borgo, para recordarles la vida cristiana y moverlos a la paz. La vidente fue fiel a su tarea, a pesar de las dificultades y sufrimientos, y la desempeñó con amor y valentía, consolada por la protección de la Madre del cielo.

Recordando aquel hecho, sed vosotros fieles también y generosos en este "Año Mariano". Os acompañe siempre la devoción a María y os ayude asimismo mi bendición apostólica que extiendo a toda vuestra diócesis.

 



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