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VIAJE APOSTÓLICO A URUGUAY, BOLIVIA, LIMA Y PARAGUAY

RADIOMENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
AL PUEBLO DE PARAGUAY

Lima, sábado, 14 de mayo de 1988

 

Queridos hermanos en el Episcopado,
amadísimos hermanos y hermanas del Paraguay:

1. Dentro de unos días, con la gracia de Dios, tendré el gozo de estar en vuestra propia tierra.

Quisiera por ello, desde la sede del Apóstol Pedro, centro de la catolicidad, enviar un saludo entrañable y afectuoso a todos los paraguayos. Doy gracias a la Divina Providencia porque me ofrece la oportunidad de realizar dentro de poco un deseo largamente acariciado por mi. El próximo día 16, Dios mediante, llegaré a Asunción y, a lo largo de mi itinerario de perfil estrictamente evangelizador, tendré la alegría de celebrar encuentros, no sólo en la capital, sino también en Villarrica, Mariscal Estigarribia, Encarnación y a los pies de la Santísima Virgen de Caacupé.

2. He aceptado con gran complacencia la invitación que en su día me hicieron la Conferencia Episcopal Paraguaya y el Gobierno de la nación. Deseo y pido a Dios que las jornadas que viviré con vosotros sean una gozosa celebración de nuestra fe y un estímulo a reforzar los lazos de fraternidad y pacífica convivencia entre todos los paraguayos.

Me hubiera gustado que el itinerario fuese mas amplio para incluir en él otros lugares del país. A los queridos hijos de aquellas ciudades a donde no podré llegar físicamente, les agradezco igualmente, de todo corazón, sus amables invitaciones. En modo particular saludo ya desde ahora a los habitantes de Concepción.

Voy a visitar a todos los amadísimos hijos del Paraguay, sin distinción de origen, ni posición social. Deseo hacerme presente en todos los hogares, al menos con mi bendición, y, desde cualquier lugar del país donde me encuentre, mi palabra de aliento y esperanza irá dirigida a todos y cada uno en un abrazo de paz.

3. Este viaje, como los precedentes que he realizado, tendrá un carácter eminentemente religioso, como corresponde a la misión de la Iglesia y al ministerio confiado por Cristo a Pedro y a sus Sucesores: predicar la Buena Nueva, confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22, 32). 

De particular gozo para mí será la canonización del Beato Roque González de Santa Cruz y compañeros mártires. Será aquel un día grande para la Iglesia en el Paraguay y para la Iglesia universal, que contará así entre sus Santos a estas almas escogidas, modelos de evangelizadores, que llevados por incontenible amor a Dios, gastaron toda su vida y hasta dieron su sangre como testimonio de entrega sin reservas al servicio del prójimo.

Conozco el empeño y entusiasmo con que, bajo la guía de vuestros Pastores, os estáis preparando para que esta visita del Sucesor del Apóstol Pedro, redunde en abundantes frutos espirituales. Os expreso por ello mi aprecio y mi gratitud, a la vez que os aliento a intensificar vuestras oraciones para que las jornadas de comunión en la fe y en la esperanza que vamos a compartir se reflejen en un renovado esfuerzo por difundir y vivir el Evangelio y corrobore la acción pastoral de cada diócesis, así como la vida cristiana de cada comunidad eclesial.

En las manos de la Santísima Virgen de Caacupé pongo las intenciones pastorales de este viaje, mientras me encomiendo con vosotros a su protección. Que el Señor derrame abundantes gracias sobre el pueblo fiel paraguayo. A todos os bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.



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